RESUMEN DEL EVANGELIO, VIERNES 7 DE MAYO
Juan 15, 12-17: En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Éste es el mandamiento mío: que os améis los unos a los otros como yo os he amado. Nadie tiene mayor amor que el que da su vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando. No os llamo ya siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su amo; a vosotros os he llamado amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer. No me habéis elegido vosotros a mí, sino que yo os he elegido a vosotros, y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y que vuestro fruto permanezca; de modo que todo lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo conceda. Lo que os mando es que os améis los unos a los otros».
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MI COMENTARIO
“Este es mi mandamiento: que se amen los unos a los otros como yo los he amado”.
1. Es un imperativo, no una opción. Y un imperativo se debe cumplir, si realmente seguimos a Jesús con coherencia y sinceridad.
2. Además, pone la medida: “como yo los he amado”. Y Cristo nos ha amado con un amor de entrega, de sacrificio, de renuncia, hasta dar la vida por nosotros. Un amor hecho perdón y misericordia. No nos ha amado con un amor de palabra, solamente, sino con un amor hecho obras. Ni tampoco nos ha amado con un amor sentimentaloide, sino con un amor sacrificado, lleno de espinas. Nos dice el papa Francisco: “Esta palabra «amor» es una palabra que se usa muchas veces y no se sabe, cuando se dice, qué significa exactamente. Pensamos en el amor de las telenovelas: no, eso no se parece al amor. Eso que parece amor es en realidad entusiasmo por una persona y después se apaga. ¿De dónde proviene el verdadero amor? Escribe san Juan: «Todo el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios, porque Dios es amor”. El apóstol no dice todo amor es Dios. Lo que dice es «Dios es amor». Y continúa Juan, «Dios nos ha amado tanto que envió a su Hijo unigénito, para que vivamos por medio de él». Por ello, es Dios quien da su vida en Jesús, para darnos a nosotros la vida. El amor es hermoso, amar es hermoso y en el cielo habrá sólo amor, la caridad: lo dice Pablo. Y si el amor es hermoso, se hace siempre fuerte y crece en el don de la propia vida: crece en el darse a los demás (Homilía de S.S. Francisco, 15 de enero de 2016).
3. ¿Cómo estoy viviendo yo el mandamiento de la caridad? El amor no es fácil, porque todos cargamos dentro con un gran enemigo: el egoísmo. Los papás tienen que amar a sus hijos, como Cristo los amaría. Los hijos tienen que amar a los papás, como Jesús amaba a José y a María. Y debemos amar a todos, también a los que nos hicieron el mal o nos humillaron. El amor cristiano no tiene límites. Es un amor que busca el bien, que piensa el bien, que desea el bien para todos. Un amor, como nos dice san Pablo en el himno de la Caridad en la primera carta a los corintios, capítulo 13: comprensivo, paciente, tolerante, generoso.
Al final de nuestra vida lo que llevaremos en nuestras manos será las obras de amor que hemos hecho con nuestros hermanos. Repasemos el capítulo 25 de Mateo: “Porque tuve hambre y me diste de comer…tuve sed y me diste de beber…desnudo y me vestiste…”. Al final de la vida nos examinarán del amor, nos dijo el místico español san Juan de la Cruz. Y cuando vamos a comulgar no podemos decir “AMÉN”, si no amamos a nuestro hermano que tenemos cerca, con el que vivimos, aunque tenga temperamento distinto o incluso insoportable. No podemos comulgar con Cristo y a Cristo, si no estamos dispuestos a crecer en fraternidad con los demás. Les mando a cada uno la bendición de Dios, P. Antonio Rivero, L.C.