DOMINGO 7 DE MARZO
RESUMEN DEL EVANGELIO, DOMINGO 7 DE MARZO
Sigamos rezando por el papa Francisco en su peregrinación a Irak. Sólo Dios sabe el fruto espiritual que está derramando en ese pueblo tan sufrido y golpeado.
Juan 2, 13-25: Se acercaba la Pascua de los judíos y Jesús subió a Jerusalén. Y encontró en el Templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas en sus puestos. Haciendo un látigo con cuerdas, echó a todos fuera del Templo, con las ovejas y los bueyes; desparramó el dinero de los cambistas y les volcó las mesas; y dijo a los que vendían palomas: «Quitad esto de aquí. No hagáis de la Casa de mi Padre una casa de mercado». Sus discípulos se acordaron de que estaba escrito: El celo por tu Casa me devorará.
Los judíos entonces le replicaron diciéndole: «¿Qué señal nos muestras para obrar así?». Jesús les respondió: «Destruid este Santuario y en tres días lo levantaré». Los judíos le contestaron: «Cuarenta y seis años se han tardado en construir este Santuario, ¿y tú lo vas a levantar en tres días?». Pero Él hablaba del Santuario de su cuerpo. Cuando resucitó, pues, de entre los muertos, se acordaron sus discípulos de que había dicho eso, y creyeron en la Escritura y en las palabras que había dicho Jesús.
Mientras estuvo en Jerusalén, por la fiesta de la Pascua, creyeron muchos en su nombre al ver las señales que realizaba. Pero Jesús no se confiaba a ellos porque los conocía a todos y no tenía necesidad de que se le diera testimonio acerca de los hombres, pues Él conocía lo que hay en el hombre.
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MI COMENTARIO
¿A qué mercaderes debo expulsar en esta cuaresma que quieren traficar con mi alma y con mi cuerpo, templo de Dios?
1. Cristo tiene que entrar con látigo en mano en su santa Iglesia católica y expulsar a todos esos mercaderes que buscan carrerismo, puestos, ambiciones, aplausos, hacer de la religión un trampolín para ser famosos. Mercaderes que desobedecen al Papa, a los obispos, a los superiores y superioras. Y así purificada, nuestra Iglesia sea una, santa, católica y apostólica, y sobre todo según el evangelio en mente, corazón y ritos. Y sólo busque la gloria de Dios y el bien de las almas.
2. Cristo tiene que entrar con látigo en mano en tantos estados y gobiernos que permiten leyes antinaturales contra la vida, contra el matrimonio, contra la familia, contra la justicia, contra la decencia. Estados que sólo buscan el propio provecho e interés financiero o de prestigio, que abanican todas las ideologías de moda para ganarse votos en las elecciones presidenciales. Y las apoyan y promueven con dinero, en los medios de comunicación y desde los escaños de los Parlamentos. Sólo así, purificados por la sangre de Cristo, nuestros Estados serán constructores del bien común y buscarán medidas para ayudar a los pobres, garantizar la paz y la justicia. Sólo así, nuestros Estados sabrán que el dinero debe servir y no gobernar. Sólo así nuestros Estados crearán el clima para la tolerancia verdadera, el respeto y el diálogo, más allá de toda diferencia en campo político, económico, filosófico o religioso, evitando todo tipo de discriminación, recelos y enfrentamientos con los que no comparten nuestros mismos valores y nuestra misma visión de la vida.
3. Cristo tiene que entrar con látigo en mano en mi vida, y echar a todos esos mercaderes que quieren destrozar mi alma y mi cuerpo con la mentira, con la lujuria, con el egoísmo, groserías, divisiones, ídolos (1ª lectura), y así, purificada nuestra alma, podamos rendir el culto debido a Dios y cumplir alegremente y por amor los mandamientos (1ª lectura). No nos avergonzaremos de la cruz de Cristo que es fuerza y sabiduría de Dios (2ª lectura). Así llegaremos a la Pascua para disfrutar del triunfo de Cristo en nuestra propia vida.
Ánimo, cuaresma, tiempo para permitir a Dios limpiar nuestra vida con el látigo de su evangelio. Dejemos abierta la puerta de nuestra conciencia para que entre Cristo y mande fuera a todas esas raposas y mercaderes que quieren perderme. Tranquemos nuestra alma con el candado de la vigilancia y la coherencia en mi vida cristiana. ¡Feliz domingo! Les mando a cada uno de ustedes la bendición de Dios, P. Antonio Rivero, L.C.