Evangelio según San Juan 3,16-21.
Porque Dios no envió a su Hijo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él.»
El que cree en él, no es condenado; el que no cree, ya está condenado, porque no ha creído en el nombre del Hijo único de Dios.
En esto consiste el juicio: la luz vino al mundo, y los hombres prefirieron las tinieblas a la luz, porque sus obras eran malas.
Todo el que obra mal odia la luz y no se acerca a ella, por temor de que sus obras sean descubiertas.
En cambio, el que obra conforme a la verdad se acerca a la luz, para que se ponga de manifiesto que sus obras han sido hechas en Dios.
RESUMEN DEL EVANGELIO MIÉRCOLES 22 DE ABRIL, JUAN 3, 16-21
“Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único, para que todo el que crea en Él no perezca, sino que tenga vida eterna”. Es una lección teológica que le da Cristo a Nicodemo y a nosotros hoy.
1. En este versículo está resumido el evangelio y el mensaje de Dios para el mundo. Dios, como el sol, no hace otra cosa que dar luz y calor. Esta es la buena nueva que hay que proclamar a voz en grito. El amor de Dios no es solo sentimiento ni emoción. Es entrega, sacrificio, dar la vida por nosotros para demostrarnos ese auténtico amor, no de palabras sino de obras concretas.
2. Ya vimos en Semana Santa, y lo recogen los evangelios en la Pasión cómo nos demostró Cristo su amor a los hombres: DANDO SU VIDA POR NOSOTROS, para que tengamos vida eterna, es decir, la verdadera vida. La vida terrena, llena de alegrías y tristezas, sobresaltos y dificultades, es un paso para la eternidad. Y en esta vida terrena tenemos que vivir de cara a Dios, con la fe en Cristo bien firme y viviendo el amor con nuestros hermanos, que es el boleto para entrar a esa vida eterna.
3. Juan es bien claro hoy en su evangelio: quien no crea en Cristo, que es la luz y el Salvador, y prefiera la tiniebla está ya condenado. No es Dios quien condena. Somos nosotros que no aceptamos a Cristo y su mensaje, y seguimos nuestra vida por caminos de pecado y de mentira. Mientras no creamos en Cristo, estamos muertos, pues Cristo es la Vida.
San Juan es el teólogo de los cuatro evangelios. Es profundo lo que hoy hemos escuchado. Renovemos nuestra fe y amor a Jesucristo. Dios quiere y ofrece la salvación de todos nosotros que somos sus hijos. Ya es cosa nuestra el aceptarla o no, y ser coherente con lo que nos pide: vivir el evangelio, vivir en la luz y en el amor al prójimo. En estos días de confinamiento leamos juntos el evangelio para renovar nuestra fe en familia, y hagamos nuestra comunión espiritual. Que la Virgen Santísima nos acompañe. Les mando a cada uno la bendición de Dios. P. Antonio Rivero, LC