RESUMEN DEL EVANGELIO, MARTES 15 DE MARZO
Mateo 23, 1-12: En aquel tiempo, Jesús se dirigió a la gente y a sus discípulos y les dijo: «En la cátedra de Moisés se han sentado los escribas y los fariseos. Haced, pues, y observad todo lo que os digan; pero no imitéis su conducta, porque dicen y no hacen. Atan cargas pesadas y las echan a las espaldas de la gente, pero ellos ni con el dedo quieren moverlas. Todas sus obras las hacen para ser vistos por los hombres; se hacen bien anchas las filacterias y bien largas las orlas del manto; quieren el primer puesto en los banquetes y los primeros asientos en las sinagogas, que se les salude en las plazas y que la gente les llame «Rabbí».
»Vosotros, en cambio, no os dejéis llamar «Rabbí», porque uno solo es vuestro Maestro; y vosotros sois todos hermanos. Ni llaméis a nadie «Padre» vuestro en la tierra, porque uno solo es vuestro Padre: el del cielo. Ni tampoco os dejéis llamar «Doctores», porque uno solo es vuestro Doctor: Cristo. El mayor entre vosotros será vuestro servidor. Pues el que se ensalce, será humillado; y el que se humille, será ensalzado».
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MI COMENTARIO
No, a la hipocresía…sí, a la sinceridad.
1. Hoy Jesús desenmascara con mucha fuerza la hipocresía. ¿Qué es la hipocresía? Hacer las cosas para que me vean y me aplaudan, y no por amor y gloria de Dios y para el bien de mis hermanos. Su punto de mira son una vez más los fariseos, que hablan, pero no cumplen, que son exigentes para con los demás y permisivos para consigo mismos, que todo lo hacen para recibir las alabanzas de la gente y andan buscando los primeros puestos en todo y recibir incienso y aplausos. Jesús les acusa de intransigentes, de vanidosos, de contentarse con las formas exteriores, para la galería, pero sin coherencia interior. Jesús quiere en los suyos la actitud contraria: “el primero entre vosotros será vuestro servidor”. Como él mismo, que no vino a ser servido, sino a servir y dar la vida por los demás.
2. Apliquémonos la dura advertencia de Jesús a los fariseos, que eran unos catedráticos a la hora de explicar cosas, pero ellos no las cumplían. La hipocresía puede ser precisamente el “pecado de los buenos”. Nos resulta fácil hablar, explicar a los demás el camino del bien, y luego corremos el peligro de que nuestra conducta esté muy lejos de lo que explicamos:
• Papás de familia que aconsejan a sus hijos y ellos no cumplen.
• Sacerdotes que explicamos el evangelio y después no cumplimos o tenemos doble vida.
• Superiores que mandan, pero ellos no cumplen.
• Maestros y profesores, igual.
• Catequistas y responsables de los grupos y movimientos.
• Etc.
3. ¿Podría decir Jesús de nosotros -los que hablamos a los demás en la catequesis, en la comunidad parroquial o religiosa, en la escuela, en la familia-, “haced lo que os digan, pero no hagáis lo que ellos hacen”? ¿Qué hay de fariseo en nosotros? ¿Nos conformamos con la apariencia exterior? ¿Somos exigentes con los demás y tolerantes con nosotros mismos? ¿Nos gusta decir palabras bonitas -amor, democracia, comunidad, paz- y luego resulta que no corresponden a nuestras obras? ¿Buscamos la alabanza de los demás y los primeros puestos, olvidándonos de la gloria de Dios y el bien de los demás?
La palabra de Dios nos va persiguiendo a lo largo de estas semanas de Cuaresma para que no nos quedemos en unos retoques superficiales, sino que profundicemos en nuestro camino de Pascua y cambiemos esas actitudes que no son acordes al evangelio de Jesús. Vivamos con coherencia nuestra vida cristiana, religiosa, sacerdotal, para que Dios esté contento, tengamos la auténtica paz del alma y demos ejemplo a todos. Les mando a cada uno de ustedes la bendición de Dios, P. Antonio Rivero, L.C.