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Evangelio 9 Junio |Ustedes sin Sal y Luz del mundo

9 de junio

RESUMEN EVANGELIO MARTES 9 DE JUNIO, MATEO 5, 13-16: Jesús dijo a sus discípulos:
Ustedes son la sal de la tierra. Pero si la sal pierde su sabor, ¿con qué se la volverá a salar? Ya no sirve para nada, sino para ser tirada y pisada por los hombres.
Ustedes son la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad situada en la cima de una montaña.
Y no se enciende una lámpara para meterla debajo de un cajón, sino que se la pone sobre el candelero para que ilumine a todos los que están en la casa.
Así debe brillar ante los ojos de los hombres la luz que hay en ustedes, a fin de que ellos vean sus buenas obras y glorifiquen al Padre que está en el cielo.
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MI COMENTARIO

Cada cristiano debe ser sal, luz en el mundo y ciudad.

1. Debemos ser sal. La sal condimenta y da gusto a la comida (si no nos la ha prohibido el médico, claro). Sirve para evitar la corrupción de los alimentos (lo que ahora hacen las cámaras frigoríficas). Y también es símbolo de sabiduría.
2. Debemos ser luz, que alumbre el camino, que responda a las preguntas y las dudas, que disipe la oscuridad de tantos que padecen ceguera o se mueven en la oscuridad.
3. Debemos ser como una ciudad puesta en lo algo de la colina, que guíe a los que andan buscando camino por el descampado, que ofrezca punto de referencia para la noche y cobijo para los viajeros. Una ciudad como Jerusalén que, ya desde lejos, alegra a los peregrinos con su vista

Ahora apliquemos estas imágenes a nosotros:

1. Seamos sal en casa, en el trabajo, en la comunidad, entre los amigos. Contagiemos sabiduría y el gusto de Dios. Y demos también sabor humano de esperanza, amabilidad y buen humor, visión optimista de la vida.
2. Seamos luz, diciendo siempre la verdad, apuntando a Cristo que es la Luz del mundo y Faro seguro que nos orienta hacia la eternidad. Alumbremos a Cristo, no deslumbremos con nuestra vanidad.
3. Seamos ciudad, punto de referencia que guía y da cobijo de libertad, justicia y paz. Casas abiertas, disponibles, para niños y mayores, parientes y vecinos, pobres y ricos. Demos caras acogedoras y mano tendida.

Hermoso mensaje el de Cristo. Que María Santísima nos ayude en este día a ser sal, luz y ciudad para conducir a todos a Cristo. Les mando a cada uno la bendición de Dios, P. Antonio Rivero, L.C.