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Evangelio 8 Julio |Que la paz descienda sobre vuestras casas

RESUMEN DEL EVANGELIO, JUEVES 8 DE JULIO

Mateo 10, 7-15: En aquel tiempo, Jesús dijo a sus Apóstoles: «Id proclamando que el Reino de los Cielos está cerca. Curad enfermos, resucitad muertos, purificad leprosos, expulsad demonios. Gratis lo recibisteis; dadlo gratis. No os procuréis oro, ni plata, ni calderilla en vuestras fajas; ni alforja para el camino, ni dos túnicas, ni sandalias, ni bastón; porque el obrero merece su sustento. En la ciudad o pueblo en que entréis, informaos de quién hay en él digno, y quedaos allí hasta que salgáis. Al entrar en la casa, saludadla. Si la casa es digna, llegue a ella vuestra paz; mas si no es digna, vuestra paz se vuelva a vosotros. Y si no se os recibe ni se escuchan vuestras palabras, salid de la casa o de la ciudad aquella sacudiendo el polvo de vuestros pies. Yo os aseguro: el día del Juicio habrá menos rigor para la tierra de Sodoma y Gomorra que para aquella ciudad».
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MI COMENTARIO

Ayer meditábamos en el llamado de Jesús a los doce. Hoy meditemos en la misión. Los llama para algo.

1. Esta es la misión de los doce, participación de la misión de Jesús:
a) Predicar el Reino de los cielos.
b) Curar enfermos.
c) Resucitar muertos.
d) Echar demonios.

2. ¿Cómo tienen que ir a misionar y qué tienen que llevar?
a) Desprendidos de cosas materiales.
b) Confiados en la providencia que nunca les fallará.
c) Entrar donde les abran las puertas llevando la paz de Cristo.
d) No desanimarse cuando les traten mal o no los reciban.
e) Seguir adelante, tocando otras puertas.

3. ¿Y nosotros? Todo bautizado ha sido llamado por Jesús para ser santo y misionero. El mensaje de Jesús está bien claro y resumido en el Evangelio y en la doctrina de la Iglesia y en los mensajes de nuestros obispos y sacerdotes. Leámoslos y meditémoslos. Cada uno de nosotros tenemos que predicar donde Dios nos ha puesto: en casa, en el trabajo, en la comunidad, en la universidad, en mi ministerio sacerdotal. Ahí tenemos que predicar con la palabra y, sobre todo, con el ejemplo. No siempre nos aplaudirán. No siempre nos sonreirán. No siempre nos dirán palabras bonitas. ¿Qué hacer? Aprender de Jesús y de los apóstoles y santos predicadores: seguir adelante, ofreciendo a Dios todo: el éxito, para gloria de Dios. Y el fracaso, para nuestra humildad.

Hoy, jueves sacerdotal, recemos por todos los sacerdotes. Por los sacerdotes ancianos, enfermos, en dificultades y crisis, para que Dios les dé las gracias y fuerzas que necesitan en estos momentos. Pidamos también por todos aquellos jóvenes a quienes Dios está llamando para ser sacerdotes, para que sea generosos y le den a Jesucristo un “sí” generoso y valiente. Les mando a cada uno la bendición de Dios, P. Antonio Rivero, L.C.