Viernes 8 de enero
RESUMEN DEL EVANGELIO, VIERNES 8 DE ENERO
Lucas 5, 12-16: curación de un leproso.
Estando en una ciudad, se presentó un hombre cubierto de lepra que, al ver a Jesús, se echó rostro en tierra y le rogó diciendo: «Señor, si quieres, puedes limpiarme.» Él extendió la mano, le tocó y dijo: «Quiero, queda limpio.» Y al instante le desapareció la lepra. Le ordenó que no se lo dijera a nadie. Y añadió: «Vete, preséntate al sacerdote y haz la ofrenda por tu purificación como prescribió Moisés, para que les sirva de testimonio.»
Su fama se extendía cada vez más y una numerosa multitud afluía para oírle y ser curados de sus enfermedades. Pero él se retiraba a los lugares solitarios, donde oraba.
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MI COMENTARIO
Jesús Médico de cuerpos y de almas.
1. ¿Qué disposiciones tenía este leproso que arrancó la curación de Jesús?
a) La fe, por eso se postró, viendo en Jesús a Dios Omnipotente que podía curarlo.
b) La humildad, por eso no exige, sino que le dice humildemente: “Si quieres, puedes limpiarme”.
c) La sinceridad, por eso reconoce su lepra, no la esconde a Jesús. “Este soy yo, Jesús, un leproso, un discriminado y echado fuera del pueblo”.
d) La obediencia, por eso, obedece a Jesús y se presenta al sacerdote para darle prueba de la curación que le hizo Jesús.
e) El sacrificio por su curación, por eso ofrece lo que pide Moisés por su purificación.
2. ¿Qué hizo Jesús?
a) Jesús se detiene, le importa esa persona en necesidad. ¡Qué sensible es Jesús!
b) Jesús le escucha su problema.
c) Jesús le cura, extendiendo su mano y tocándole. Por eso, en los sacramentos hay siempre este signo sensible con las manos del sacerdote o del obispo.
d) Jesús cumple con lo que dice Moisés: “ve y preséntate al sacerdote”. No es un rebelde que hace lo que quiere.
3. Ahora miremos nuestra alma: ¿hay alguna zona con lepra: la mente, la memoria, la imaginación, la afectividad, la voluntad? ¿Estoy triste, tengo odio, desgana, soberbia, ira….? Hoy es el día de acudir a Cristo y pedirle la curación. Nos está esperando para curarnos.
Les mando a cada uno la bendición de Dios. P. Antonio Rivero, L.C.