RESUMEN EVANGELIO MIÉRCOLES 8 DE ENERO, MARCOS 6, 45-52: Inmediatamente Jesús ordenó a sus discípulos a que subieran a la barca y lo fueran a esperar a Betsaida, a la otra orilla, mientras él despachaba a la gente. Jesús despidió, pues, a la gente, y luego se fué al cerro a orar.
Al anochecer, la barca estaba en medio del lago y Jesús se había quedado solo en la tierra. Jesús vió que discípulos estaban agotados de tanto remar, pues el viento les era contrario; antes de que terminara la noche fue hacia ellos caminando sobre el mar, como si quisiera pasar de largo.
Al verlo caminar sobre el mar, creyeron que era un fantasma y su pusieron a gritar, pues todos estaban asustados al verlo así. Pero Jesús les habló: «Ánimo, no teman, que soy yo.» Y subió a la barca con ellos. De inmediato se calmó el viento, con lo cual quedaron muy asombrados. Pues no habían entendido lo que había pasado con los panes; tenían la mente cerrada.
______________________________________
MI COMENTARIO
La barca de nuestra vida también será azotada por vientos.
1. Nos gusta siempre que todo en la vida sea apacible, tranquilo, sin dificultades. Queremos que nuestra barca no sufra coletazos de viento ni tormentas. Pero esto no puede ser. Mirando la vida de Cristo y de tantos santos, y hoy el episodio de los apóstoles, vemos que las dificultades y los vientos también estarán presentes en nuestro día a día.
2. ¿Qué vientos suelen azotar la barca de nuestra vida?
a) Vientos glaciares de soberbia, orgullo, violencia. Gritamos contra Dios y contra nuestros hermanos. No aceptamos la enfermedad, el fracaso
b) Vientos monzónicos, calientes y bochornosos: es la sensualidad, la impureza, las borracheras y las juergas que nos quieren derrumbar nuestra barca. Parecemos a animales que se dejan llevar por sus instintos bajos.
c) Vientos alisios, que son delicados, suaves, y que nos invitan a la pereza, a la desgana, a la desidia. No rezamos, no vamos a misa, no estudiamos, no cumplimos nuestros compromisos profesionales.
3. Si hemos detectado esos vientos, ¿qué hacer en esos momentos?
a) Mirar con fe a Jesús, pues él sigue en nuestra barca, si es que no le hemos echado fuera con el pecado. Sabemos que a veces nos prueba durmiéndose.
b) Implorar con confianza a Jesús para que nos saque adelante. Nuestra confianza le despertará y nos ayudará. Y saldremos adelante, escuchando de Cristo el “No temas, estoy contigo”.
c) Ayudar a otros hermanos de al lado, que tal vez están hundiéndose en su barca. A cuántos podemos salvar y sacar del desastre.
Ánimo, amigo, no sé si estás pasando ahora por estos vientos. Rezo por ti para que te acerques a Cristo y te diga: “¡Ánimo! Soy yo; no temas”. Te mando en particular la bendición de Dios, P. Antonio Rivero, L.C.