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Evangelio 5 Enero|Un profeta es despreciado solamente en su pueblo, en su familia y en su casa

Evangelio según San Marcos 6,1-6.

Jesús salió de allí y se dirigió a su pueblo, seguido de sus discípulos.
Cuando llegó el sábado, comenzó a enseñar en la sinagoga, y la multitud que lo escuchaba estaba asombrada y decía: «¿De dónde saca todo esto? ¿Qué sabiduría es esa que le ha sido dada y esos grandes milagros que se realizan por sus manos?
¿No es acaso el carpintero, el hijo de María, hermano de Santiago, de José, de Judas y de Simón? ¿Y sus hermanas no viven aquí entre nosotros?». Y Jesús era para ellos un motivo de tropiezo.
Por eso les dijo: «Un profeta es despreciado solamente en su pueblo, en su familia y en su casa».
Y no pudo hacer allí ningún milagro, fuera de curar a unos pocos enfermos, imponiéndoles las manos.
Y él se asombraba de su falta de fe. Jesús recorría las poblaciones de los alrededores, enseñando a la gente.

RESUMEN EVANGELIO MIÉRCOLES 5 DE FEBRERO, MARCOS 6, 1-6
EN LA ARQUIDIÓCESIS DE MÉXICO SE CELEBRA AL PRIMER MÁRTIR MEXICANO, SAN FELIPE DE JESÚS

¿Cómo reaccionan ante Jesús las personas que le escuchaban o veían sus milagros? Despreciaban a este profeta, y, ¡qué profeta!

1. Se ve que Jesús no tiene demasiado éxito entre sus familiares y vecinos de Nazaret. Sí, admiran sus palabras y no dejan de hablar de sus curaciones milagrosas. Pero no aciertan a dar el salto: si es el carpintero, “el hijo de María” y aquí están sus familiares, ¿cómo se explica lo que hace y dice? ¿En que universidad ha estudiado y se ha graduado? Desconfiaban de Él. ¿Por qué nos extrañamos cuando a nosotros no nos aceptan? ¡Somos discípulos de Cristo!
2. ¿Cómo reaccionaría Cristo? A Cristo todo esto le dolía mucho, porque tenía un corazón sensible. Pero no se desanimaba. Seguía adelante la misión que le encomendó su Padre celestial: salvarnos, abrirnos las puertas del cielo, marcarnos el camino de la auténtica felicidad, pasando por la cruz. ¿Yo sigo adelante cuando no me aceptan los demás, por ser auténtico católico, comprometido con mi fe?
3. Preguntémonos nosotros: ¿creemos en Cristo? ¿Hemos aceptado toda su doctrina o mensaje, también el mensaje del perdón, de la caridad con todos, de la fidelidad y honestidad? ¿Hemos aceptado a la Iglesia, los ministros sagrados: Papa, obispos, sacerdotes? ¿Nos resulta incómodo Jesús y la Iglesia? ¿Qué mentalidad tenemos: la mundana o la cristiana? ¿Nos son familiares la Virgen María y los sacramentos? ¿O podemos vivir sin estas columnas y alimento de nuestra fe católica?

Como ven, hoy se repite también lo mismo de ayer: hay gente que no acepta a Cristo, no quiere conocer a Cristo, critica a Cristo y su obra, la Iglesia católica. No hay día que no encontremos críticas y más críticas. ¿Qué hacer? Afincarnos en nuestra fe católica y a ejemplo de santa Águeda que hoy celebramos en todo el mundo, demos testimonio de Cristo, aunque esto nos cueste la sangre. Ella se había consagrado a Cristo, y su pretendiente la mató porque ella se negaba a contraer matrimonio. Y fue quemada despiadamente con carbones ardientes. Eso sucedió en el siglo III. Les mando a cada uno de ustedes mi bendición sacerdotal, P. Antonio Rivero, L.C.