Evangelio según San Lucas 2,36-40.
Desde entonces había permanecido viuda, y tenía ochenta y cuatro años. No se apartaba del Templo, sirviendo a Dios noche y día con ayunos y oraciones.
Se presentó en ese mismo momento y se puso a dar gracias a Dios. Y hablaba acerca del niño a todos los que esperaban la redención de Jerusalén.
Después de cumplir todo lo que ordenaba la Ley del Señor, volvieron a su ciudad de Nazaret, en Galilea.
El niño iba creciendo y se fortalecía, lleno de sabiduría, y la gracia de Dios estaba con él.
RESUMEN EVANGELIO 30 DE DICIEMBRE, LUCAS 2, 36-40
“El niño iba creciendo y fortaleciéndose, se llenaba de sabiduría y la gracia de Dios estaba con él”. ¿A qué nos invita hoy Dios?
1. Cristo ha nacido en nuestro corazón y en nuestra familia. Nos ha llenado de alegría, paz, amor, unión y felicidad. Hemos estado y seguimos estando unidos a María y a José, a los pastores y a los Magos, personajes todos de la primera navidad que nos ayudan a comprender y a abrirnos a este gran misterio del Nacimiento de Jesús.
2. Pero ahora debemos ir haciendo crecer a Jesús en nuestro corazón y en nuestra familia y defenderle. ¡Tiene que crecer! Y para que un niño crezca, hay que alimentarlo.
a) ¿Cómo le haremos crecer? Con la oración diaria y la lectura de la Sagrada Escritura o de algún libro espiritual, ofreciéndole los pequeños sacrificios de cada día, yendo a misa, si podemos, y comulgando estos días.
b) ¿Cómo le debemos defender contra todos esos Herodes que quieren matar a ese Cristo que ha nacido en nuestros corazones? Con la vigilancia de lo que hacemos, vemos, oímos, pensamos. Estamos acechados por todas partes. Por eso vigilemos para que nadie nos mate a Cristo. El demonio sigue activo también en navidad.
3. Todo un programa de vida para nosotros: crecer en edad, sabiduría y gracia delante de Dios y de los hombres. Y así lograremos, como dice san Pablo, llegar a la estatura de Cristo Jesús. Que los demás al vernos, vean al Cristo que va creciendo en nosotros. Y, ¿cómo los demás verán que Cristo va creciendo en nosotros? ¡Muy fácil! Si damos testimonio con nuestra palabra, con nuestro testimonio. Si somos hombres de respeto y de caridad con todos, especialmente con los más necesitados. Si cumplimos fielmente nuestros deberes de estado.
¡Ánimo, pues, a hacer crecer a Cristo en nosotros, en nuestros hijos, familia, comunidades! Es la mejor manera de conquistar a otros para que se abran a la Buena Nueva de Cristo y del Evangelio. Les mando a cada uno en particular la bendición de Dios, P. Antonio Rivero, L.C.