Evangelio 30 Diciembre| Este niño será signo de contradicción

MIÉRCOLES 30 DE DICIEMBRE

RESUMEN DEL EVANGELIO, MIÉRCOLES 30 DE DICIEMBRE
Lucas 2, 36-40: Cuando llegó el día fijado por la Ley de Moisés para la purificación, llevaron al niño a Jerusalén para presentarlo al Señor,
Estaba también allí una profetisa llamada Ana, hija de Fanuel, de la familia de Aser, mujer ya entrada en años, que, casada en su juventud, había vivido siete años con su marido.
Desde entonces había permanecido viuda, y tenía ochenta y cuatro años. No se apartaba del Templo, sirviendo a Dios noche y día con ayunos y oraciones.
Se presentó en ese mismo momento y se puso a dar gracias a Dios. Y hablaba acerca del niño a todos los que esperaban la redención de Jerusalén.
Después de cumplir todo lo que ordenaba la Ley del Señor, volvieron a su ciudad de Nazaret, en Galilea.
El niño iba creciendo y se fortalecía, lleno de sabiduría, y la gracia de Dios estaba con él.
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MI COMENTARIO

Personaje de la navidad: la profetisa Ana. ¿Qué podemos aprender de ella?

1. Edad: 84 años.
2. ¿Dónde residía? En el templo día y noche.
3. ¿Qué hacía? Servía a Dios con ayunos y oración.
4. Y lo más importante: cuando se encontró con el niño Dios, dio gracias a Dios y hablaba de él a todos los que esperaban la salvación.

Hermoso “curriculum” de esta mujer. Ayer contemplábamos al profeta Simeón. Hoy a la profetisa Ana. Aprendamos de esta mujer:

1. A servir con amor y alegría a Dios desde nuestro lugar, profesión o estado de vida: como laico, como religioso o religiosa, como sacerdote y obispo, como sacristán en una iglesia, como el encargado del cementerio o de Cáritas, como el director de un programa de televisión o de radio. ¡Servir a Dios! No servirnos de Dios. Ana servía a Dios con ayunos y oraciones. Es la misión que tenemos en la tierra, como nos dijo san Ignacio de Loyola en los ejercicios espirituales. En el servir a Dios está nuestra alegría.
2. Hablar de Jesús a nuestro alrededor, en la familia, entre los amigos, en el trabajo, en las comunidades. Hablar de Jesús con el ejemplo de vida honesta, justa y entregada…y cuando sea necesario, también con la palabra, claro que sí. Con valentía, sin vergüenza alguna, sin miedo. En Cristo está la salvación. Lo tienen que saber todos.

Sigamos viviendo con alegría la Navidad. Estamos todavía en la octava de Navidad, que acabará mañana. Pidamos las gracias que necesitamos para nosotros, para la Iglesia, para el mundo. Sigamos rezando por Argentina para que no se apruebe la ley del aborto. Les mando a cada uno en particular la bendición de Dios, P. Antonio Rivero, L.C.