JUEVES DEL CORPUS CHRISTI
3 DE JUNIO
RESUMEN DEL EVANGELIO
Marcos 14, 12-16.22-26: El primer día de los Ácimos, cuando se sacrificaba el cordero pascual, le dijeron a Jesús sus discípulos: «¿Dónde quieres que vayamos a prepararte la cena de Pascua?». Él envió a dos discípulos diciéndoles: «Id a la ciudad, os saldrá al paso un hombre que lleva un cántaro de agua; seguidlo, y en la casa adonde entre, decidle al dueño: “El Maestro pregunta: ¿Cuál es la habitación donde voy a comer la Pascua con mis discípulos?”. Os enseñará una habitación grande en el piso de arriba, acondicionada y dispuesta. Preparádnosla allí». Los discípulos se marcharon, llegaron a la ciudad, encontraron lo que les había dicho y prepararon la Pascua. Mientras comían, tomó pan y, pronunciando la bendición, lo partió y se lo dio diciendo: «Tomad, esto es mi cuerpo». Después tomó el cáliz, pronunció la acción de gracias, se lo dio y todos bebieron. Y les dijo: «Esta es mi sangre de la alianza, que es derramada por muchos. En verdad os digo que no volveré a beber del fruto de la vid hasta el día que beba el vino nuevo en el reino de Dios». Después de cantar el himno, salieron para el monte de los Olivos.
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MI COMENTARIO
Canta una copla española: “Tres jueves hay en el año que brillan más que el solo: JUEVES SANTO, CORPUS CHRISTI Y EL JUEVES DE LA ASCENSIÓN”. Hoy es uno de esos jueves que brillan más que el sol: CORPUS CHRISTI. Arrimémonos a ese Sol. ¿Qué significa esta celebración, a qué nos compromete?
1. La Eucaristía tiene dos dimensiones: primero, su celebración, la misa, en torno al altar; y después, su prolongación, con la reserva del Pan eucarísticos en el Sagrario y la consiguiente veneración y adoración que le decía la comunidad cristiana, mediante las visitas al Santísimo, las Horas Santas, las procesiones. Se guarda el pan eucarístico para llevarlo a los enfermos y moribundos. En la misa, se celebra y se hace presente el sacrificio de Cristo en la cruz para ser luego banquete y así comamos su Cuerpo y entremos en comunión con él. En la prolongación, la Eucaristía es para ser adorada, festejada y cantada, y caemos de rodillas para agradecer, adorar, contemplar y abrir el corazón ante quien está ahí sacramentalmente presente y sabemos que nos mira y nos ama. Él nos espera en cada Sagrario para abrirnos su corazón y entrar en intimidad con él.
2. ¿A qué nos compromete la Eucaristía? A vivir en nuestra vida la dimensión de sacrificio, uniendo nuestros dolores y sufrimientos al sacrificio de Cristo en cada misa. A ser presencia que consuela y anima a nuestros hermanos, como lo hace Cristo desde cada Sagrario. A ser alimento espiritual para todos, con nuestro ejemplo y palabra.
3. La Eucaristía es fuente y cumbre de la vida del cristiano (LG 11). En la misa dominical encontramos la fuente de donde brota nuestra fuerza, nuestra alegría, nuestra paz. La vida cristiana es la vida en Cristo y Cristo vive en mí por la Eucaristía. La Iglesia vive de la Eucaristía. La Eucaristía es también la cumbre, la cima hacia la cual tiende todo nuestro esfuerzo, porque a la Eucaristía traemos nuestros dolores y alegrías, nuestras frustraciones y anhelos, porque la Eucaristía es para nosotros ya un anticipo de la meta, del cielo. A ese Jesús a quien nosotros adoramos hoy en la Eucaristía, lo veremos cara a cara en la Gloria, y al celebrar la Santa Misa nos unimos a la Liturgia Celestial.
La comunión eucarística no es un premio para unos cuantos puros, pues es también alimento y medicina para los pobres pecadores que somos todos. Sin embargo, San Pablo nos advierte que antes de acercarnos a comulgar, debemos discernir si estamos bien preparados, si estamos en gracia de Dios. Y si tenemos conciencia de pecado grave, debemos reconciliarnos antes de recibir la Sagrada Comunión. Si alguno no puede recibir sacramentalmente al Señor, puede hacer una comunión espiritual, que puede ser un canal para recibir abundantes bendiciones de la misericordia divina. ¡Feliz fiesta del Corpus Christi! Les mando la bendición de Dios, P. Antonio Rivero, L.C.