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Evangelio 3 Agosto |Señor Salvame

Lunes, 3 de agosto

RESUMEN DEL EVANGELIO DEL LUNES 3 DE AGOSTO
MATEO 14, 22-36: Después que se sació la multitud, Jesús obligó a los discípulos que subieran a la barca y pasaran antes que él a la otra orilla, mientras él despedía a la multitud.
Después, subió a la montaña para orar a solas. Y al atardecer, todavía estaba allí, solo.
La barca ya estaba muy lejos de la costa, sacudida por las olas, porque tenían viento en contra.
A la madrugada, Jesús fue hacia ellos, caminando sobre el mar.
Los discípulos, al verlo caminar sobre el mar, se asustaron. «Es un fantasma», dijeron, y llenos de temor se pusieron a gritar.
Pero Jesús les dijo: «Tranquilícense, soy yo; no teman».
Entonces Pedro le respondió: «Señor, si eres tú, mándame ir a tu encuentro sobre el agua».
«Ven», le dijo Jesús. Y Pedro, bajando de la barca, comenzó a caminar sobre el agua en dirección a él.
Pero, al ver la violencia del viento, tuvo miedo, y como empezaba a hundirse, gritó: «Señor, sálvame».
En seguida, Jesús le tendió la mano y lo sostuvo, mientras le decía: «Hombre de poca fe, ¿por qué dudaste?».
En cuanto subieron a la barca, el viento se calmó.
Los que estaban en ella se postraron ante él, diciendo: «Verdaderamente, tú eres el Hijo de Dios».
Al llegar a la otra orilla, fueron a Genesaret.
Cuando la gente del lugar lo reconoció, difundió la noticia por los alrededores, y le llevaban a todos los enfermos,
rogándole que los dejara tocar tan sólo los flecos de su manto, y todos los que lo tocaron quedaron curados.
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MI COMENTARIO

Les pido una oración especial por nuestra Nicaragua. Siguen atacando y profanando iglesia. Una pena, una tristeza. Nunca mejor que este evangelio para gritar a nuestros hermanos que son de Nicaragua: esas olas y vientos de odio no podrán con la Iglesia de Cristo ni contra nuestra fe. No temamos. Jesús está en la barca de nuestra Iglesia y de nuestras comunidades.

1. Basta repasar la historia de la Iglesia para percatarnos que no ha habido un siglo sin tormentas, sin olas encrespadas que han querido derrumbar la barca de la Iglesia. No es nuevo. Los enemigos de Dios no duermen. Y saben que Nicaragua es un noble pueblo, católico, mariano. Por eso, se han desatado todos estos actos vandálicos. Nicaragua, no estás sola. Te acompañamos. Ya el Papa Francisco ayer nos pidió a todos rezar por ti. Ánimo, pueblo nicaragüense.
2. La vida humana es una travesía larga. Cuando experimentemos estos vientos y olas, ya sea de nuestros enemigos externos, ya sea de nuestros enemigos internos, ¿qué hacer?
a) Primero, escuchar a Cristo que nos dice: “Tranquilícense y no teman. Soy yo. Estoy con ustedes”. Recemos mucho más, junto al Sagrario, en familia, en comunidad. Leamos la Sagrada Escritura.
b) Y después hacer lo que hizo Pedro hoy en el evangelio, gritar y pedir a Cristo que me deje estar a su lado y que me salve. Pero sin mirar para abajo, a las olas, sino solo mirar a Cristo. Fe fuerte, firme. Que no nos llame la atención Jesús: “hombre de poca fe, ¿por qué dudaste?”.

Acompañemos con nuestra oración y sacrificios a nuestro pueblo de Nicaragua en estos momentos duros y de dolor. Recemos por los obispos y sacerdotes, que están sufriendo mucho. Y también recemos por esos hombres, animados e incendiados por la chispa de Satanás y del infierno, para que paren esos odios y destrozos y se conviertan a Dios. Ánimo, Nicaragua, no olviden el grito que aprendieron desde niños: “¿Quién causa tanta alegría? La Concepción de María”. Que ella también esté a nuestro lado en estos duros momentos. Ella es nuestra madre y no quiere que profanen las Iglesia donde se adora a su Hijo Jesucristo y donde renovamos nuestra fe y caridad. Les mando a cada uno la bendición de Dios, P. Antonio Rivero, L.C.