Evangelio según San Juan 6,30-35.
Nuestros padres comieron el maná en el desierto, como dice la Escritura: Les dio de comer el pan bajado del cielo».
Jesús respondió: «Les aseguro que no es Moisés el que les dio el pan del cielo; mi Padre les da el verdadero pan del cielo;
porque el pan de Dios es el que desciende del cielo y da Vida al mundo».
Ellos le dijeron: «Señor, danos siempre de ese pan».
Jesús les respondió: «Yo soy el pan de Vida. El que viene a mí jamás tendrá hambre; el que cree en mí jamás tendrá sed
RESUMEN DEL EVANGELIO DEL MARTES 28 DE ABRIL, JUAN 6, 30-35
¡Cuánta necesidad tenemos ahora en este tiempo de pandemia del pan verdadero de la Eucaristía! Ahora muchos están valorando lo que es una santa misa y la comunión sacramental donde recibimos el sacratísimo Cuerpo y la verdadera Sangre de Cristo, bajo los signos del pan y del vino.
1. Jesús se presenta como EL VERDADERO PAN DEL CIELO. Quien lo come, no tendrá hambre y el que en Él cree no tendrá sed. Jesús es pan de vida con su palabra: por eso la Iglesia habla con frecuencia del “pan de la Palabra”. Pan este que nutre nuestra caridad y nos da fuerza para el camino. Pero también es pan de vida con su Eucaristía. El pan eucarístico no alimenta si no se ha comido ante el pan de la Palabra, que es la que le da el poder nutritivo. Sin él, el pan de la Eucaristía no pasa de ser un mero pan material. No tiene ningún poder mágico.
2. Para poder entender lo que Jesús dice es necesario situarse en el tiempo de Jesús y valorar lo que para ellos significaba el pan. No es fácil comprenderlo en nuestro tiempo en el que es frecuente la dieta sin pan o con muy poco pan. En tiempo de Jesús era el alimento básico y no se entendía la vida sin el pan. Era el símbolo de la vida. Así se sentía satisfechos.
3. Pero resulta que muchos de hoy van en busca de otros panes: el pan de la fama, del placer corporal, del dinero, del escalafón político…Y buscan también cisternas con agua podrida, sucia, estancada que huele mal: drogas, malversación de fondos, robos, infidelidad matrimonial. Y ahí van por la vida, famélicos y con cara de cementerio. Pero claro se tienen que maquillar y poner muchos coloretes y buenos trajes, y sonrisas postizas. ¡Qué pena!
Quiero hoy gritar desde aquí: SÓLO JESÚS EL VERDADERO PAN DE VIDA Y EL AGUA QUE SACIA NUESTRA HAMBRE Y SED. Desde nuestras casas, donde estamos confinados ahora por el coronavirus, podemos alimentarnos más del Pan de la Palabra, tomando la Biblia. Y deseando y añorando el otro Pan, el de la Eucaristía, que se nos dará a su tiempo. Pidamos hoy la intercesión de dos grandes santos, devotos de la Eucaristía: el niño san Tarsicio y el obispo español san Manuel González. También san Catalina de Siena, beata Alejandrina da Costa, Luisa Picarreta, Teresa Newman vivieron muchos años sólo del pan de la Eucaristía. Les mando a cada uno en particular la bendición de Dios, P. Antonio Rivero, L.C.