Evangelio 27 Abril |La obra de Dios es que ustedes crean en aquel que él ha enviado

Evangelio según San Juan 6,22-29.

Después de que Jesús alimentó a unos cinco mil hombres, sus discípulos lo vieron caminando sobre el agua. Al día siguiente, la multitud que se había quedado en la otra orilla vio que Jesús no había subido con sus discípulos en la única barca que había allí, sino que ellos habían partido solos.
Mientras tanto, unas barcas de Tiberíades atracaron cerca del lugar donde habían comido el pan, después que el Señor pronunció la acción de gracias.
Cuando la multitud se dio cuenta de que Jesús y sus discípulos no estaban allí, subieron a las barcas y fueron a Cafarnaún en busca de Jesús.
Al encontrarlo en la otra orilla, le preguntaron: «Maestro, ¿cuándo llegaste?».
Jesús les respondió: «Les aseguro que ustedes me buscan, no porque vieron signos, sino porque han comido pan hasta saciarse.
Trabajen, no por el alimento perecedero, sino por el que permanece hasta la Vida eterna, el que les dará el Hijo del hombre; porque es él a quien Dios, el Padre, marcó con su sello».
Ellos le preguntaron: «¿Qué debemos hacer para realizar las obras de Dios?».
Jesús les respondió: «La obra de Dios es que ustedes crean en aquel que él ha enviado».

RESUMEN DEL EVANGELIO LUNES 27 DE ABRIL, JUAN 6, 22-29

No busquemos a Dios sólo para solucionar nuestros problemas humanos, políticos, económicos y sociales. Ahora, por ejemplo, que nos solucione la pandemia. Eso sería manipular a Dios y hacerlo a nuestra medida. ¡No, Dios es Dios y el tiene los mejores planes para nosotros! Busquémoslo para adorarlo, bendecirlo, agradecerle, pedirle lo que más necesitamos y arrodillarnos para pedirle perdón por nuestros pecados. Así sí nos escuchará Dios.

1. Hoy, después de la multiplicación de los panes, la multitud se pone en busca de Jesús, y en su búsqueda llegan hasta Cafarnaúm. Ayer como hoy, muchos seres humanos han buscado lo divino para manipularle y manejarle a su antojo. ¿No es una manifestación de esta sed de lo divino la multiplicación de las sectas religiosas, el esoterismo? Algunas personas quisieran someter lo divino a sus propias necesidades humanas. De hecho, la historia nos revela que algunas veces se ha intentado usar lo divino para fines políticos u otros. Hoy, en el Evangelio proclamado, la multitud se ha desplazado hacia Jesús.
2. ¿Cómo reacciona Jesús? Les pone las cosas claras: “No me busquéis solo para solucionaros las cosas de acá abajo. Yo he venido a daros vida eterna con el alimento celestial, sentido trascendental a vuestra vida, para que estéis, sí, con los pies en la tierra, pero con el corazón en el cielo”. Jesús no se engaña. Sabe que no han sido capaces de leer las señales del pan multiplicado. Les anuncia que lo que sacia al hombre es un alimento espiritual que nos permite vivir eternamente (cf. Jn 6,27). Dios es el que da ese alimento, lo da a través de su Hijo. Todo lo que hace crecer la fe en Él es un alimento al que tenemos que dedicar todas nuestras energías.
3. Entonces comprendemos por qué el Papa nos anima a esforzarnos para re-evangelizar nuestro mundo que frecuentemente no acude a Dios por los buenos motivos. En la constitución «Gaudium et Spes» («La Iglesia en el mundo actual») los Padres del Concilio Vaticano II nos recuerdan: «Bien sabe la Iglesia que sólo Dios, al que ella sirve, responde a las aspiraciones más profundas del corazón humano, el cual nunca se sacia plenamente con solo los alimentos terrenos». Y nosotros, ¿por qué continuamos siguiendo a Jesús? ¿Qué es lo que nos proporciona la Iglesia? ¡Recordemos lo que dice el Concilio Vaticano II! ¿Estamos convencidos del bienestar que proporciona este alimento que podemos dar al mundo? No seamos pedigüeños y pordioseros de lo material, sino buscadores de lo eterno.

Si buscamos a Dios así, se acabarán la corrupción, las mentiras, los fraudes, los crímenes, las ideologías del género. Se terminará el nuevo orden mundial que quiere destronar a Dios y poner al hombre en el trono de su soberbia. Y viviremos en paz, como hermanos, viviendo el evangelio de Jesús. ¡Feliz semana a todos! Les mando a cada uno mi bendición, P. Antonio Rivero, L.C.