2 DE JUNIO
RESUMEN EVANGELIO MARTES 2 DE JUNIO, MARCOS 12, 13-17:
En aquel tiempo, enviaron a Jesús algunos fariseos y herodianos, para cazarle en alguna palabra. Vienen y le dicen: «Maestro, sabemos que eres veraz y que no te importa por nadie, porque no miras la condición de las personas, sino que enseñas con franqueza el camino de Dios: ¿Es lícito pagar tributo al César o no? ¿Pagamos o dejamos de pagar?».
Mas Él, dándose cuenta de su hipocresía, les dijo: «¿Por qué me tentáis? Traedme un denario, que lo vea». Se lo trajeron y les dice: «¿De quién es esta imagen y la inscripción?». Ellos le dijeron: «Del César». Jesús les dijo: «Lo del César, devolvédselo al César, y lo de Dios, a Dios». Y se maravillaban de Él.
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MI COMENTARIO
“Den al César lo que es del César,
y a Dios lo que es de Dios”.
1. Tientan con una trampa a Jesús estos fariseos y partidarios de Herodes: si decía que había que pagar tributo, se enemistaba con el pueblo, que veían ese tributo como un abuso de los romanos que dominaban la Palestina. Y si decía que no, podían acusarle de revolucionario. ¿Qué hizo Jesús? Salió por la tangente. Cuando le hacían preguntas de economía y política, o cuando veía que sus interlocutores no eran sinceros, Jesús prefería no contestar o lo hacía a su vez con preguntas. ¡Inteligente Jesús! Les da una lección sobre cómo deben conjugarse lo político y lo religioso: “Den al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios!”.
2. ¿Qué debemos dar al César, es decir, al poder público, político, social, económico? Muy sencillo: la honestidad, el tributo justo. Nada de hacer enjuagues o fraudes, y evadir nuestros justos impuestos. Tenemos que pagarlos, claro, por el bien común.
3. ¿Qué debemos dar a Dios? Nuestra adoración y oración, porque es Dios. Nuestra gratitud, por ser nuestro Benefactor. Nuestra alma, creada por Él y donde puso su imagen; no vendamos nuestra alma a los placeres ni a las sirenas de este mundo ni a los gobernantes corruptos ni a los jefes aprovechados. Nuestra fidelidad a nuestros compromisos cristianos, matrimoniales, religiosos. No vendamos nuestra alma al diablo, como quiso hacer Fausto en la obra literaria de Goethe.
Sí, las cosas humanas tienen su esfera y legitimidad. Pero también las cosas de Dios tienen su prioridad, porque Él es el Creador de cielos y tierra, y es el Juez Supremo. No es bueno ni servirse de lo religioso para los intereses políticos, ni de lo político para los religiosos. No se trata de sacralizarlo todo en aras de la fe. Pero tampoco de olvidar los valores éticos y cristianos en aras de un supuesto progreso ajeno al plan de Dios. ¿Quedó clara la lección que nos dio hoy Jesús, nuestro Maestro y Señor? Tampoco demos más importancia al bienestar material que al espiritual. Somos ciudadanos de esta tierra, pero también del infinito. Convendría leer de los documentos del Vaticano II la “Gaudium et Spes”. Pidamos luz a Dios para vivir esta lección. Les mando a cada uno la bendición de Dios, P. Antonio Rivero, L.C.