Domingo 17 de mayo
RESUMEN EVANGELIO DOMINGO 17 DE MAYO, SEXTO DOMINGO DE PASCUA, JUAN 14, 15-21:
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Si me amáis, guardaréis mis mandamientos; y yo pediré al Padre y os dará otro Paráclito, para que esté con vosotros para siempre, el Espíritu de la verdad, a quien el mundo no puede recibir, porque no le ve ni le conoce. Pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros. No os dejaré huérfanos: volveré a vosotros. Dentro de poco el mundo ya no me verá, pero vosotros sí me veréis, porque yo vivo y también vosotros viviréis. Aquel día comprenderéis que yo estoy en mi Padre y vosotros en mí y yo en vosotros. El que tiene mis mandamientos y los guarda, ése es el que me ama; y el que me ame, será amado de mi Padre; y yo le amaré y me manifestaré a él».
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MI COMENTARIO
Quiero comentar lo que significa EL ESPÍRITU SANTO PARÁCLITO.
1. Cristo se está despidiendo de sus apóstoles. Lógicamente experimentan tristeza: “se nos va nuestro Maestro y Amigo, con el que hemos estado y vivido durante tres años, con el que hemos aprendido tanto”. Cristo, que es tan delicado y sensible, tan humano y divino al mismo tiempo, se da cuenta y les dice que les mandará su Santo Espíritu Paráclito. Paráclito significa en griego “aquel que es llamado en defensa de otro”, aquel del que se busca Consuelo. Era eso lo que los apóstoles necesitaban en ese momento: el Consuelo ahora que Jesús volvía al Padre, después de cumplir su misión redentora. Este Santo Espíritu lo recibirán el día de Pentecostés, que celebraremos en 15 días.
2. Preguntémonos: ¿no es verdad que también nosotros necesitamos consuelo en nuestra vida? Nos vienen dificultades, cruces, reveses, injusticias, pruebas. Ahora mismo estamos desolados por el coronavirus. Estamos fastidiados y tristes. ¿Dónde buscar consuelo y ánimo? Algunos buscan consuelos efímeros en riquezas, placeres, distracciones mundanas, o mendigamos consuelos humanos que no nos consuelan el alma y el corazón. El auténtico consuelo que necesitamos está en el Espíritu Santo, regalo del Padre y del Hijo para nosotros sus hijos y amigos. Busquemos este Dios Consuelo en la oración, en los sacramentos, en las devociones cristianas.
3. Y tenemos también la consigna de ser “paráclitos” para nuestros hermanos, es decir, seamos personas que sepamos aliviar la aflicción, confortar la tristeza, ayudar a superar el miedo y disipar la soledad… de quien está a nuestro lado, en nuestra casa, en el trabajo, entre los amigos. ¡Sería otro mundo, si todos nos dedicásemos a ser consuelo para los demás!
Pidamos esta gracia por intercesión de la Virgen. Ella siempre ha sido Consuelo de los afligidos, rezamos en las letanías. También lo quiere ser para cada uno de nosotros. Les deseo un feliz domingo, como preparación para estas dos grandes solemnidades que se nos avecinan, Ascensión y Pentecostés, con las que cerramos este período de Pascua. Les mando a cada uno la bendición de Dios, P. Antonio Rivero, L.C.