Evangelio 13 Abril |No teman; avisen a mis hermanos que vayan a Galilea, y allí me verán

Evangelio según San Mateo 28,8-15.

Las mujeres, atemorizadas pero llenas de alegría, se alejaron rápidamente del sepulcro y fueron a dar la noticia a los discípulos.
De pronto, Jesús salió a su encuentro y las saludó, diciendo: «Alégrense». Ellas se acercaron y, abrazándole los pies, se postraron delante de él.
Y Jesús les dijo: «No teman; avisen a mis hermanos que vayan a Galilea, y allí me verán».
Mientras ellas se alejaban, algunos guardias fueron a la ciudad para contar a los sumos sacerdotes todo lo que había sucedido.
Estos se reunieron con los ancianos y, de común acuerdo, dieron a los soldados una gran cantidad de dinero,
con esta consigna: «Digan así: ‘Sus discípulos vinieron durante la noche y robaron su cuerpo, mientras dormíamos’.
Si el asunto llega a oídos del gobernador, nosotros nos encargaremos de apaciguarlo y de evitarles a ustedes cualquier contratiempo».
Ellos recibieron el dinero y cumplieron la consigna. Esta versión se ha difundido entre los judíos hasta el día de hoy.

RESUMEN EVANGELIO LUNES DE PASCUA, MATEO 28, 8-15

Dos grupos de personas han visto el sepulcro vacío y corren a anunciarlo, aunque de forma muy distinta: las mujeres y los guardias.

1. Las mujeres: mujeres que habían acompañado a Jesús y ayudado en su ministerio. Estuvieron presentes al pie de la cruz, con una valentía que dejaba en evidencia la cobardía de la mayoría de los apóstoles. Son también las que acuden temprano al sepulcro, y ahora merecen la primera aparición de Cristo Resucitado para darles ánimo, aliento y esperanza. Y de esta manera arrojen de sus vidas el miedo. Y les da una misión evangelizadora: “Vayan a comunicar a mis hermanos”. Dan testimonio de Cristo. Son apóstoles de los apóstoles, aunque no les hicieron mucho caso.
2. Los soldados: también han visto el sepulcro vacío. Su primer sentimiento es el miedo, porque han descuidado la misión encomendada: cuidar el sepulcro. Pero aceptan el soborno que les proponen para salvar el pellejo. La corrupción es un mal muy antiguo. Y con el soborno, la mentira: hacen correr la voz de que han robado el cadáver del crucificado. ¡Qué pena! No se abrieron a esta novedad que Cristo les traía: la alegría y la esperanza.
3. Ahora miremos nuestra alma, nuestra familia. Estamos encerrados en nuestras casas debido a la pandemia. ¿Qué mensaje nos trae Cristo Resucitado? Es un mensaje de esperanza: “No tengan miedo ante este virus”. Aprendan lecciones que tal vez habían olvidado: la oración y el cariño en familia, la solidaridad y el interés con los ancianos y necesitados. Dios sacará un bien de este mal. Celebremos en familia la Pascua del Señor, es decir, el paso de Cristo:
a) El paso de la tristeza a la alegría profunda del corazón.
b) El paso de la insensibilidad ante los demás a la caridad atenta y solícita.
c) El paso de nuestra autosuficiencia y omnipotencia a la humildad que nos ubica y nos dice que es Dios quien lleva los hilos de la historia y de la naturaleza.
d) El paso de la ambición y despilfarro de los bienes materiales al desprendimiento y austeridad y ahorro.
e) El paso de nuestra pereza y desidia en la oración al fervor y a la lectura personal y familiar de la Biblia.
f) El paso de nuestro encierro esclavizante en nuestro mundo celular y whatsap al interesarme por los demás.
g) El paso de nuestro testimonio cristiano y apostólico apagado, cobarde y apático a interesarme por el apostolado para llevar esta buena noticia a quien no cree, no espera y no ama a Dios, a Cristo, a la Iglesia.

Como vemos, amigos, “no hay mal que por bien no venga”, dice el refrán. Les deseo una Santa Pascua al lado de la presencia de Cristo Resucitado que la sentimos en nuestro corazón. No tengamos miedo. Cristo nos acompaña en estos momentos duros. Y que la Virgen, a quien ayer nuestros obispos nos consagraron desde el Tepeyac, aquí en México, nos diga: “No tengas miedo, hijo mío…¿no estoy yo aquí que soy tu Madre? ¿No te llevo en el cruce de mis brazos?”. Dios les bendiga a todos, P. Antonio Rivero, L.C.