LUNES 11 DE ENERO
RESUMEN DEL EVANGELIO, LUNES 11 DE ENERO
Marcos 1, 14-20: Después que Juan fue entregado, marchó Jesús a Galilea; y proclamaba la Buena Nueva de Dios: «El tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios está cerca; convertíos y creed en la Buena Nueva». Bordeando el mar de Galilea, vio a Simón y Andrés, el hermano de Simón, largando las redes en el mar, pues eran pescadores. Jesús les dijo: «Venid conmigo, y os haré llegar a ser pescadores de hombres». Al instante, dejando las redes, le siguieron. Caminando un poco más adelante, vio a Santiago, el de Zebedeo, y a su hermano Juan; estaban también en la barca arreglando las redes; y al instante los llamó. Y ellos, dejando a su padre Zebedeo en la barca con los jornaleros, se fueron tras Él.
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MI COMENTARIO
Iniciamos el Tiempo Ordinario, después del periodo de Navidad. ¿Qué pretende el Tiempo Ordinario, que son 34 semanas durante el año? Sabemos que los tiempos fuertes durante el año son el ciclo de Pascua y el de Navidad, con su preparación y su prolongación. Pero el Tiempo Ordinario tiene su gracia particular.
– Nos ayuda a ir viviendo el misterio de Cristo en su totalidad.
– Nos acompaña en la tarea de crecimiento y maduración de nuestra fe cristiana.
– Nos ofrece la escuela permanente de la Palabra para descubrir la gracia de lo ordinario, donde encontramos a Dios en el día a día, a simple vista rutinario.
– Nos ayuda a vivir la vida cotidiana como tiempo de salvación, donde nos sale Dios en cada esquina para invitarnos a seguirlo y conformar nuestra vida a Él
Hoy nos sale al encuentro el evangelio de Marcos 1, 14-20: A dos cosas nos invita hoy Jesús al iniciar el tiempo ordinario:
1. A convertirnos y creer en el evangelio: convertirnos significa pensar como Cristo, sentir como Cristo, amar como Cristo, hacer decisiones como Cristo. Nada de ir por otros caminos de sensualidad, egoísmo, comodidad, ambición y mundanismo. ¿A qué tenemos que convertirnos en este nuevo año 2021, para que pueda parecerme más a Cristo? Creer en el evangelio significa reconocer que cada palabra escondida en los cuatro evangelios viene de Dios y la tenemos que meditar, asimilar y transmitir sin recortes ni acomodaciones.
2. A seguirlo con prontitud y generosidad, como lo hicieron los primeros discípulos a quienes llamó. Los llama no sólo para que aprendan una doctrina, sino para que le sigan a Él, lo acompañen y le ayuden en su misión de evangelización. Jesús no es un maestro que enseña sentado en su cátedra. Es un maestro que camina por delante. Sus discípulos no son tanto los que aprenden cosas de él, sino los que le siguen, los que caminan con él. Es más importante la persona que la doctrina. Y al seguirlo, nos hace partícipes de su misión. ¡Hay tanto que hacer en tantos campos: familia, niños, jóvenes, adultos, ancianos, enfermos, migrantes, colegios, pobres, medios de comunicación….! Y Cristo necesita manos, pies, corazones, bocas para llevar su Evangelio de salvación a todos los rincones del mundo. ¿Te animas tú? Los primeros llamados oyeron a Jesús, dejaron todo y lo siguieron. Gracias a ellos el mensaje de Jesús llegó a muchas partes.
Comencemos decididos el Tiempo Ordinario con fervor, alegría, motivación. De lo contrario caeremos en la rutina, mediocridad, tedio. ¡Esto no es vida cristiana! Alegría y motivación. Sólo así daremos testimonio de que vale la pena seguir a Cristo y colaborar con él, cada uno desde sus deberes de estado: laico, religioso, sacerdote, diácono, seminarista. Les mando a cada uno la bendición de Dios, P. Antonio Rivero, L.C.