RESUMEN DEL EVANGELIO, MIÉRCOLES 11 DE AGOSTO
SANTA CLARA DE ASÍS, VIRGEN CONSAGRADA (SIGLO XIII), EJEMPLO DE POBREZA Y SEGUIDORA DE SAN FRANCISCO DE ASÍS, FORMANDO LA SEGUNDA ORDEN FRANCISCANA, QUE POR EL NOMBRE DE CLARA DESPUÉS TOMARON EL NOMBRE DE CLARISAS. ¡FELICITEMOS A LAS CLARISAS Y FRANCISCANOS EN ESTE DÍA DE SANTA CLARA!
Mateo 18, 15-20: En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Si tu hermano llega a pecar, vete y repréndele, a solas tú con él. Si te escucha, habrás ganado a tu hermano. Si no te escucha, toma todavía contigo uno o dos, para que todo asunto quede zanjado por la palabra de dos o tres testigos. Si les desoye a ellos, díselo a la comunidad. Y si hasta a la comunidad desoye, sea para ti como el gentil y el publicano. Yo os aseguro: todo lo que atéis en la tierra quedará atado en el cielo, y todo lo que desatéis en la tierra quedará desatado en el cielo. Os aseguro también que si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la tierra para pedir algo, sea lo que fuere, lo conseguirán de mi Padre que está en los cielos. Porque donde están dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos».
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MI COMENTARIO
Mensaje para hoy, la corrección fraterna. Para claridad en nuestro comentario, respondamos a estas preguntas:
1. Quién debe hacer la corrección fraterna y para qué: cada uno de nosotros estamos llamados a corregir a nuestro hermano porque me interesa que sea santo y consiga el cielo. Primero, de tú a tú. Si no me escucha, vayamos con otros hermanos nuestros de comunidad, como mediadora de salvación. Somos en cierto sentido guardianes de nuestros hermanos. La comunidad cristiana no es perfecta. Somos corresponsables en la comunidad de la santidad de nuestros hijos, esposo y esposa, amigos y miembros de un movimiento apostólico o parroquial. El obispo tiene que corregir a sus sacerdotes, el párroco a sus feligreses, el maestro a sus alumnos. Debemos sentirnos corresponsables del bien de los demás. Dios nos preguntará como a Caín: “¿qué has hecho con tu hermano?”. No podemos desentendernos como hizo Caín con su hermano Abel: “¿acaso soy guardián de mi hermano?”. Sí, lo somos.
2. A quién debemos hacer la corrección fraterna: a mi hermano, a quien he visto fallar y hacer algo mal. Ya sea dentro de mi familia o de mi comunidad, o entre el grupo de amigos.
3. De qué debemos hacer la corrección fraterna: no de cualquier cosa, sino de algo que ofende a Dios y a los demás. De cuanto esté contra la Ley de Dios y los deberes del propio estado. De cuanto le lleve por el camino de la perdición de su alma.
4. Cómo debemos hacer la corrección fraterna: primero rezando, después con bondad, con objetividad, animando y corrigiendo, sin agresividad ni humillando. Nuestro hermano necesita de nuestra palmada en el hombro, que le reconozcamos sus carismas, que le agradezcamos sus servicios y el testimonio de su generosidad, que le confirmemos en sus esfuerzos, que le alentemos en sus dificultades, que valoremos su persona. Con estos presupuestos aceptará nuestra corrección fraterna con más facilidad.
5. Frutos de la corrección fraterna: la conversión, el buen ejemplo, la santidad de vida. Y, sobre todo, la salvación al final de la vida. “Hemos ganado a un hermano”.
Pidamos a santa Clara interceda ante Dios por la Iglesia y por cada uno de nosotros para que aprendamos esta lección de la corrección fraterna en comunidad, y así podamos tomar muy en serio la santidad a la que todos estamos llamados desde el día de nuestro bautismo. Les mando a cada uno de nosotros la bendición de Dios, P. Antonio Rivero, L.C.