MIÉRCOLES, 10 DE JUNIO
RESUMEN EVANGELIO MIÉRCOLES 10 DE JUNIO, MATEO 5, 17-19: En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «No penséis que he venido a abolir la Ley y los Profetas. No he venido a abolir, sino a dar cumplimiento. Sí, os lo aseguro: el cielo y la tierra pasarán antes que pase una i o una tilde de la Ley sin que todo suceda. Por tanto, el que traspase uno de estos mandamientos más pequeños y así lo enseñe a los hombres, será el más pequeño en el Reino de los Cielos; en cambio, el que los observe y los enseñe, ése será grande en el Reino de los Cielos».
_______________________________
MI COMENTARIO
Ser fieles a lo pequeño y a lo grande, pero por amor a Dios y no para que nos vea la gente y nos aplauda.
1. Fue grande la pelea de Cristo con los fariseos, que cumplían la ley de Moisés -más de 600 preceptos- sólo para ser vistos por la gente, los aplaudiesen y así obligar a Dios que les dé la vida eterna. Cristo les dijo bien claro: “¡Hipócritas!…hay que cumplir la ley por amor a Dios, de lo contrario no tiene sentido”. Algunas prescripciones son inútiles: lavado de manos, escrúpulos de contaminación e impureza por tocar todo. Otras son injustas.
2. Cristo no vino a abolir o destruir la ley de Moisés y los preceptos y normas, sino a resumirlas y a perfeccionarlas, sobre todo, las leyes referentes a la caridad fraterna, la fidelidad conyugal, la defensa de la verdad. El mero cumplimiento externo no vale y no agrada a Dios. Sólo el amor da sentido al cumplimiento de nuestros deberes con Dios, con los demás y con nosotros mismos.
3. La Iglesia no menosprecia nada valioso del Antiguo Testamento, pero Jesús advierte que inaugura una Alianza Nueva, una revelación nueva. Por eso, no basta con hacer pequeños retoques, con odres viejos para vino nuevo. No. Para nosotros la gran ley es Jesús, pero más que cumplir una ley estamos siguiendo a Jesús. Él es la Ley viva, el único determinante para nosotros.
Se trata de retornar al Evangelio, al núcleo del Evangelio, a vivirlo con amor y desde el amor, a Dios y al prójimo. ¿De qué nos sirve ayunar, rezar mil rosarios, hacer mil novenas, ir a peregrinaciones a Santuarios, colgarnos tres escapularios…si después no tenemos caridad con nuestros hermanos, si criticamos a los demás, incluso al Papa y a los obispos, si no compartimos nuestro pan con el hambriento…? ¡De nada nos sirve! La fidelidad a las leyes divinas y eclesiásticas y civiles tiene que ser cumplida desde el amor. El amor es el perfume de nuestra fidelidad. Preguntemos, si no, a los santos y santas. ¡Para pensar! Les mando a cada uno de ustedes la bendición de Dios, P. Antonio Rivero, L.C.