Evangélio 14 Febrero|Le pedían un signo del cielo

RESUMEN DEL EVANGELIO, LUNES 14 DE FEBRERO
Marcos 8, 11-13

En aquel tiempo, salieron los fariseos y comenzaron a discutir con Jesús, pidiéndole una señal del cielo, con el fin de ponerle a prueba. Dando un profundo gemido desde lo íntimo de su ser, dice: «¿Por qué esta generación pide una señal? Yo os aseguro: no se dará a esta generación ninguna señal». Y, dejándolos, se embarcó de nuevo, y se fue a la orilla opuesta.
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MI COMENTARIO

¿Qué señal pedimos hoy a Jesús?

1. Los fariseos del evangelio de hoy pedían y exigían a Jesús una señal para creer. Una señal espectacular. Querían manipular a Jesús. Por eso Jesús no les hace caso. Jesús está enojado y molesto.

2. Hoy, ¿qué señales piden muchos a Dios? Que se acabe esta pandemia, que me cure, que me conceda esto o aquello, que me vaya bien en mis proyectos. Y le exigimos. ¿Qué signos buscamos en nuestros tiempos? ¿Paz entre las naciones? ¿Fin a la pobreza, injusticia, opresión? ¿Fin a la destrucción del planeta? ¿Una iglesia reformada y revitalizada? Entonces con seguridad podríamos practicar mejor nuestra fe. ¡Claro que sí, milagros ocasionales también ayudarían! Señor, ¿te hacemos “suspirar profundamente”? Tú haces todo por nosotros y todavía queremos más. Primero, nos quieres sin límites. El Papa Francisco nos recuerda esto: “Cuando todo está dicho y hecho, somos amados infinitamente”. ¡Qué tal! Enseguida, cada uno de nosotros es un hermano o hermana, por el cual Tú voluntariamente moriste. Siguiente, Tú estás siempre con nosotros: todo lo bueno en nuestras vidas viene de Ti. Finalmente tienes planes asombrosos y gloriosos para nuestro futuro después de morir. Señor, permíteme ver todo lo bueno alrededor mío, incluyendo la naturaleza, como los signos que yo buscaba. Déjame ser agradecida/o y usar mi energía para construir el mejor mundo que yo deseo.

3. La señal que deberíamos pedir a Jesús es esta: lo que tú quieras, cuando tú quieras, donde tú quieras, el tiempo que tú quieras. Dios lleva el timón de nuestra barca. No debemos exigirle nada. Él sabe lo que nos conviene aquí y ahora.

Les mando a cada uno de ustedes la bendición de Dios, P. Antonio Rivero, L.C.

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