RESUMEN DEL EVANGELIO, MARTES 7 DE DICIEMBRE
MEMORIA DE SAN AMBROSIO, OBISPO DE MILÁN (ITALIA), SIGLO IV.
Mateo 18, 12-14: En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «¿Qué os parece? Si un hombre tiene cien ovejas y se le descarría una de ellas, ¿no dejará en los montes las noventa y nueve, para ir en busca de la descarriada? Y si llega a encontrarla, os digo de verdad que tiene más alegría por ella que por las noventa y nueve no descarriadas. De la misma manera, no es voluntad de vuestro Padre celestial que se pierda uno solo de estos pequeños».
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MI COMENTARIO
Dios es nuestro Pastor y nosotros somos sus ovejas.
1. Dios es nuestro Pastor: que nos conoce, nos ama, nos alimenta, nos defiende, nos conduce al cielo. Tiene corazón bueno, comprensivo. Va en búsqueda de la oveja descarriada. No la maltrata y se llena de alegría cuando la encuentra. No la abandona, la busca, la acoge, la perdona, la devuelve a la seguridad. Es en verdad el buen Pastor.
2. Nosotros somos sus ovejas. ¿Qué tenemos que hacer? Debemos estar felices en su rebaño. Escucharlo. Amarlo. Seguirlo. ¿Por qué algunas ovejas de Cristo salen del aprisco? Van en busca de placeres, de libertinaje. Y como Dios respeta nuestra libertad, no se opone. Pero es grande la tristeza que siente cuando alguna de sus ovejas se va del rebaño.
3. Tal vez no seamos de esas ovejas que se hayan ido. ¡Qué bueno! Pero este evangelio también nos enseña a ayudar a Cristo a buscar esas ovejas perdidas, en nuestra familia, entre los amigos. Aprovechemos este adviento para llevar a Cristo a esas ovejas perdidas y desorientadas, para que encuentren el sentido en sus vidas. Daremos una gran alegría a Dios. Nos ayuda estos días la primera lectura de Isaías: “Consolad, consolad a mi pueblo. ¡Grita! ¿Qué debo gritar? ¡Aquí está vuestro Dios!”. Hoy las lecturas nos lo han gritado a nosotros. Ahora nosotros podemos ser heraldos de esperanza en medio de un mundo que no abunda precisamente de noticias buenas. Empezando por nuestra familia o comunidad.
Miremos al santo que hoy recordamos, san Ambrosio, un gran pastor. Entre las ovejas que conquistó para Dios fue san Agustín de Hipona, oveja que estaba muy descarriada. Y Ambrosio la conquistó con su palabra llena de bondad y con su ejemplo de obispo lleno de bondad y comprensión. La madre de san Agustín, santa Mónica, le agradeció mucho a san Ambrosio todo lo que hizo por su hijo Agustín. Pidamos hoy la intercesión de este santo pastor y recemos por quienes somos pastores en la Iglesia. No sólo son pastores el Papa, los obispo y los sacerdotes. También los padres de familia son pastores en su propia casa y los maestros en sus escuelas. No olvidemos a María Santísima a quien san Juan Bosco llamó “divina pastora”; que ella nos cuide en el rebaño de su Hijo Jesús y nos aliente siempre. Les mando la bendición de Dios, P. Antonio Rivero, L.C.