LUNES 15 DE MARZO
RESUMEN DEL EVANGELIO, LUNES 15 DE MARZO
Juan 4, 43-54: En aquel tiempo, Jesús partió de Samaría para Galilea. Jesús mismo había afirmado que un profeta no goza de estima en su patria. Cuando llegó, pues, a Galilea, los galileos le hicieron un buen recibimiento, porque habían visto todo lo que había hecho en Jerusalén durante la fiesta, pues también ellos habían ido a la fiesta. Volvió, pues, a Caná de Galilea, donde había convertido el agua en vino.
Había un funcionario real, cuyo hijo estaba enfermo en Cafarnaúm. Cuando se enteró de que Jesús había venido de Judea a Galilea, fue donde Él y le rogaba que bajase a curar a su hijo, porque se iba a morir. Entonces Jesús le dijo: «Si no veis señales y prodigios, no creéis». Le dice el funcionario: «Señor, baja antes que se muera mi hijo». Jesús le dice: «Vete, que tu hijo vive».
Creyó el hombre en la palabra que Jesús le había dicho y se puso en camino. Cuando bajaba, le salieron al encuentro sus siervos, y le dijeron que su hijo vivía. El les preguntó entonces la hora en que se había sentido mejor. Ellos le dijeron: «Ayer a la hora séptima le dejó la fiebre». El padre comprobó que era la misma hora en que le había dicho Jesús: «Tu hijo vive», y creyó él y toda su familia. Esta nueva señal, la segunda, la realizó Jesús cuando volvió de Judea a Galilea.
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MI COMENTARIO
¿Por qué logró y arrancó de Jesús este buen hombre la curación de su hijo?
1. La respuesta es bien clara: POR SU FE EN JESÚS. Y eso que este buen hombre no era judío sino extranjero, pagano, pero con el corazón abierto a Jesús el Mesías Salvador. ¡Qué duda cabe que habría escuchado de Jesús con alma sencilla! Por eso, cuando se enteró de que Jesús estaba en Caná, fue a verlo y pedirle con fe y humildad la curación de su hijo. Jesús le prueba su fe, llamando la atención a todos: “Si no veis signos, no creéis”. Pero el buen hombre humilde y lleno de fe insiste y le pide: “Señor, ven antes de que mi muchachito muera”. Jesús se conmueve ante esta fe limpia, insistente, confiada. “Vete, tu hijo ya está sano”. No le exige más a Jesús. La fe es abandono en Dios, no exigencia y descaro. ¿Premio a su fe? La curación de su hijo a la misma hora que Jesús le dijo: “Tú hijo está sano”.
2. No sé si estarás o no estarás enfermo de cuerpo o de alma. Pero que duda cabe que quien más quien menos estamos con algún problema de salud. Cuaresma es tiempo para hacernos un buen chequeo del alma, no sólo de nuestros actos, sino también de nuestras actitudes, para reconocer con sinceridad nuestra condición de pecadores, de espíritus anémicos y lánguidos. Y Cristo quiere curarnos en esta cuaresma de toda tristeza y esclavitud, de toda depresión y egoísmo, de toda pereza y desgana de rezar. Pero para que Jesús nos sane tenemos que acudir a él con mucha fe, como este funcionario real y exponerle nuestro problema. Jesús hará el resto.
3. Para reconocer cómo está nuestra alma, necesitamos la luz del Espíritu. Cuando se leen las obras de los místicos y en ellas se descubre su espíritu de contrición y las continuas purificaciones, noches del sentido y del espíritu, que han sufrido siendo ya cristianos fervorosos, se llega a sospechar hasta dónde se ha de tener el espíritu intoxicado y adicto. Pidamos al Espíritu que ilumine nuestro ser para ver qué rincones de nuestra alma necesitan de la curación de Jesús. Creamos en Jesús, como este padre de familia. Creer, no por los signos y milagros, sino por la palabra de Jesús. ¡Qué poder tiene su Palabra! También nuestra palabra puede tener este sentido sanador cuando animamos a nuestros hermanos necesitados y tristes.
Deseo a todos ustedes una semana llena de fe y de amor a Dios y al prójimo. Y les mando la bendición de Dios y el recuerdo ante san José, P. Antonio Rivero, L.C.