Evangelio 9 Diciembre |Aprended de mi que soy manso y humilde de corazón

MIÉRCOLES, 9 DE DICIEMBRE

RESUMEN DEL EVANGELIO, MIÉRCOLES 9 DE DICIEMBRE
SAN JUAN DIEGO, EL CONFIDENTE DE LA VIRGEN DE GUADALUPE, EN EL SIGLO XVI

Mateo 11, 28-30: Vengan a mí los cansados y fatigados. «En aquel tiempo, respondiendo Jesús, dijo: «Venid a mí todos los que estáis fatigados y sobrecargados, y yo os daré descanso. Tomad sobre vosotros mi yugo, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es suave y mi carga ligera».
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MI COMENTARIO

1. Nunca mejor como en estos momentos del coronavirus: ESTAMOS CANSADOS, hartos de este virus. Estamos esperando la “dichosa vacuna”. La mayoría está triste, cabizbajo. ¿Qué hacer? Y otros muchos tienen otros cansancios

2. Sí, hay varios tipos de cansancios:
a) El cansancio físico, después de un día duro de trabajo. Yo terminé ayer los ejercicios espirituales que di a las monjas carmelitas. Lógicamente que terminé cansado…feliz, pero cansado. Es normal. Es la fatiga cotidiana.
b) El cansancio psicológico y moral, por tantas presiones, incertezas con la familia, amigos, grupos, trabajo, incomprensiones, peleas, divisiones. El coronavirus está siendo también cansancio psicológico.
c) El cansancio espiritual, cuando miramos al cielo y Dios parece sordo y no nos da respuestas. ¿Hasta cuándo?

3. ¿Qué hacer? El evangelio de hoy y la primera lectura de Isaías nos dan respuesta. Hay que acudir a Cristo. Él nos ha prometido que nos dará alivio. Nos invita a llevar su yugo, aunque cueste. ¿Dónde acudir a Cristo?
a) En la oración, tomando en nuestras manos los santos evangelios.
b) Yendo a misa y comulgando, para que Jesús entre en nuestra alma y nos fortalezca y anime.
c) Tomando la cruz y mirándola y besándola.
d) Y no olvidemos de ayudar a nuestros hermanos, a nuestros papás ya ancianos y enfermos, a nuestra esposa, a nuestro esposo, a nuestros hijos y amigos…seamos para ellos buenos cireneos que les echemos una mano para llevar esa cruz que llevan.

Miremos hoy a san Juan Diego, laico, indio a quien la Virgen de Guadalupe se apareció en 1531 en México para darle una misión: “di al obispo que construya aquí un templo para yo mostrar a mi hijo Jesús que les dará ánimo, aliento y salvación”. Y Juan Diego fue humilde, obediente, perseverante en el cumplimiento de esta misión. Y hoy, gracias a este indito, tenemos la gracia de venerar a esta Madre de Guadalupe, patrona de México y Emperatriz de las Américas. Que nos parezcamos a Juan Diego, como decían y dicen las mamás mexicanas a sus hijitos. Les mando la bendición de Dios y el cariño de la Virgen de Guadalupe, P. Antonio Rivero, L.C.