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Evangelio 2 Septiembre|¡Tu eres el hijo de Dios!

MIÉRCOLES 2 DE SEPTIEMBRE

RESUMEN DEL EVANGELIO, MIÉRCOLES 2 DE SEPTIEMBRE
LUCAS 4, 38-44: un día en la vida de Jesús

Al salir de la sinagoga, entró en la casa de Simón. La suegra de Simón tenía mucha fiebre, y le pidieron que hiciera algo por ella.
Inclinándose sobre ella, Jesús increpó a la fiebre y esta desapareció. En seguida, ella se levantó y se puso a servirlos.
Al atardecer, todos los que tenían enfermos afectados de diversas dolencias se los llevaron, y él, imponiendo las manos sobre cada uno de ellos, los curaba.
De muchos salían demonios, gritando: «¡Tú eres el Hijo de Dios!». Pero él los increpaba y no los dejaba hablar, porque ellos sabían que era el Mesías.
Cuando amaneció, Jesús salió y se fue a un lugar desierto. La multitud comenzó a buscarlo y, cuando lo encontraron, querían retenerlo para que no se alejara de ellos.
Pero él les dijo: «También a las otras ciudades debo anunciar la Buena Noticia del Reino de Dios, porque para eso he sido enviado».
Y predicaba en las sinagogas de toda la Judea.
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MI COMENTARIO

1. Un día en la vida de Jesús era así: rezar, convivir con sus amigos, predicar y curar. Una vida repleta de sentido, de amor, de sentido. Para eso había venido.
a) Rezaba: rezaba con su Padre, le hablaba de nosotros, le pedía su amor y después nos comunicaba lo que su Padre le decía.
b) Convivía con sus amigos: abría su corazón y sus amigos le abrían también su corazón. El amor se comparte.
c) Predicaba el mensaje del Reino, el mensaje del amor y caridad, del perdón y misericordia.
d) Curaba cuerpos y almas. Sanación integral.
e) Y terminaba el día también rezando. ¡Qué vida tan plena y feliz!
2. Repasemos el día de algunos de nosotros: trabajo y más trabajo y más trabajo. El trabajo está bien, por supuesto, pues hay que comer y llevar una vida digna. Pero un buen cristiano debería comenzar y terminar el día con un poco de oración, con un rato de lectura de la Biblia solo o con la familia, algún misterio del rosario, alguna misa entre semana en su parroquia, convivencia y descanso sano con su familia y amigos. Y alguna vez al mes, tal vez un rato de apostolado, para comunicar la buena nueva a nuestro alrededor.
3. Alguien me preguntó en una ocasión cómo es mi día como sacerdote: bien sencillo. Oración, mis clases como maestro que soy, convivencia con mis hermanos, escribir libros, preparar y ofrecer predicaciones. Pretendo que la presencia de Dios invada mi día y marque las pautas de mi caridad pastoral. Y cuando me comunico por WhatsApp o por Facebook es para animar y aconsejar, como lo haría Jesús. Y todo esto me hace feliz. No olvido por supuesto a mis familiares que viven en España. Es mi deber también.

Ahora te toca a ti hablar con Dios y comentarle cómo es tu día a día. Ojalá que Dios está contento contigo. No olvidemos, hemos comenzado el mes de la Biblia. Proponte leer dos o tres libros de la Biblia en este mes. Les mando a cada uno la bendición de Dios, P. Antonio Rivero, L.C.