Jueves 12 de marzo
RESUMEN EVANGELIO DEL JUEVES 12 DE MARZO, LUCAS 16, 19-31: En aquel tiempo, Jesús dijo a los fariseos: «Era un hombre rico que vestía de púrpura y lino, y celebraba todos los días espléndidas fiestas. Y un pobre, llamado Lázaro, que, echado junto a su portal, cubierto de llagas, deseaba hartarse de lo que caía de la mesa del rico pero hasta los perros venían y le lamían las llagas.
»Sucedió, pues, que murió el pobre y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham. Murió también el rico y fue sepultado. Estando en el Hades entre tormentos, levantó los ojos y vio a lo lejos a Abraham, y a Lázaro en su seno. Y, gritando, dijo: ‘Padre Abraham, ten compasión de mí y envía a Lázaro a que moje en agua la punta de su dedo y refresque mi lengua, porque estoy atormentado en esta llama’. Pero Abraham le dijo: ‘Hijo, recuerda que recibiste tus bienes durante tu vida y Lázaro, al contrario, sus males; ahora, pues, él es aquí consolado y tú atormentado. Y además, entre nosotros y vosotros se interpone un gran abismo, de modo que los que quieran pasar de aquí a vosotros, no puedan; ni de ahí puedan pasar donde nosotros’.
»Replicó: ‘Con todo, te ruego, padre, que le envíes a la casa de mi padre, porque tengo cinco hermanos, para que les dé testimonio, y no vengan también ellos a este lugar de tormento’. Díjole Abraham: ‘Tienen a Moisés y a los profetas; que les oigan’. Él dijo: ‘No, padre Abraham; sino que si alguno de entre los muertos va donde ellos, se convertirán’. Le contestó: ‘Si no oyen a Moisés y a los profetas, tampoco se convencerán, aunque un muerto resucite’».
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MI COMENTARIO
¿En dónde ponemos nuestra confianza: en Dios o en las riquezas?
1. El rico del evangelio puso su confianza en el dinero. No se dice que era malvado ni injusto ni que robara. No. Simplemente estaba apegado al dinero. Vivía obsesionado por el dinero. Lo malgastaba en comilonas y en trajes costosos. Era esclavo del dinero. Por eso tenía el corazón duro, insensible, cerrado a las necesidades de los pobres, de ese pobre llamado Lázaro que él veía todos los días a su puerta, y no le daba ni siquiera una migaja. Los perros se portaban mejor que ese rico sibarita. ¡Triste, muy triste! Por eso se fue al infierno, no por ser rico, sino por no compartir con su hermano pobre un poco de su dinero y comida y vestido, por no ser solidario. Y el pobre fue premiado con el cielo, no por ser pobre, sino porque llevaba su condición con la confianza en Dios y sin maltratar al rico. Cristo no condena la riqueza, sino que pone en evidencia la peligrosidad de las riquezas, pues pueden ser un explosivo muy peligroso en las manos del hombre, pues tienen un increíble poder de seducción que hace duro el corazón. ¡Cuidado!
2. Toquemos la aldaba de nuestro corazón: ¿cuál es el uso que hago del dinero? ¿Lo comparto con los necesitados o tengo los bolsillos y el corazón cerrados? La Cuaresma nos invita a la caridad concreta, a socorrer al necesitado. Mira adelante y atrás, a la derecha y a la izquierda, entre tus parientes y amigos y vecinos… ¿hay alguien que necesita una ayuda material, espiritual, moral? Ánimo, ayúdalo. Mientras haya alguien que sufra hambre o esté desnudo, yo soy también culpable, si no lo ayudo y socorro. Hay muchos Lázaros a nuestra puerta. A lo mejor no necesitan dinero, sino atención y cariño.
3. La persona que es generosa siente en el alma una gran alegría y paz, y, sobre todo, hace visible la caridad y generosidad de Dios. Al final de nuestra vida escucharemos: “Ven, bendito de tu Padre, porque tuve hambre y me diste de comer…”.
“Demos hasta que duela”, decía santa Teresa de Calcuta. Hoy es el día de ayudar a alguien necesitado. Le mando a cada uno de ustedes la bendición de Dios, P. Antonio Rivero, L.C.