Evangelio 1 Marzo|Jesús ayuna cuarenta días y es tentado

1 de marzo, domingo

RESUMEN EVANGELIO PRIMER DOMINGO DE CUARESMA, 1 DE MARZO, MATEO 4, 1-11: En aquel tiempo, Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto para ser tentado por el diablo. Y después de hacer un ayuno de cuarenta días y cuarenta noches, al fin sintió hambre. Y acercándose el tentador, le dijo: «Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en panes». Mas Él respondió: «Está escrito: ‘No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios’».

Entonces el diablo le lleva consigo a la Ciudad Santa, le pone sobre el alero del Templo, y le dice: «Si eres Hijo de Dios, tírate abajo, porque está escrito: ‘A sus ángeles te encomendará, y en sus manos te llevarán, para que no tropiece tu pie en piedra alguna’». Jesús le dijo: «También está escrito: ‘No tentarás al Señor tu Dios’».

Todavía le lleva consigo el diablo a un monte muy alto, le muestra todos los reinos del mundo y su gloria, y le dice: «Todo esto te daré si postrándote me adoras». Dícele entonces Jesús: «Apártate, Satanás, porque está escrito: ‘Al Señor tu Dios adorarás, y sólo a Él darás culto’». Entonces el diablo le deja. Y he aquí que se acercaron unos ángeles y le servían.
_______________________________
MI COMENTARIO

¿Por qué Dios permite las tentaciones en nuestra vida?
¿Cuáles son las tentaciones que todos los humanos podemos tener?
¿Cuál es el fruto de las tentaciones si las vencemos?

1. Cristo fue tentado para darnos ejemplo de cómo debemos nosotros encarar las tentaciones. El demonio le probó en lo más sagrado de la misión de Jesús: convencerle de que su mesianismo era humano, triunfalista, apoteósico y lleno de poder. Y Cristo le venció con estas armas: oración, ayuno, no dialogar con Satanás.
2. Nosotros también tendremos tentaciones. Tres son los puntos débiles que tenemos: la sensualidad, la vanidad y la ambición de poder. Dios permite que seamos tentados en ese talón de Aquiles que tenemos, para que maduremos y le demostremos a Dios que le preferimos a Él antes que las cosas mundanas.
3. Las armas para vencer son las mismas que Cristo empleó: oración, aliarnos a la Palabra de Dios, sacramentos, devoción a la Virgen y a san Miguel arcángel, ayuno y sacrificio. No hay otra. Si queremos el premio, tenemos que ganar la batalla, como nos dice san Agustín.

Mucho ánimo, amigos. ¡A luchar! Nuestra vida cristiana es una continua lucha sobre la tierra, como nos dice Job 7, 1. Les mando a cada uno de ustedes mi bendición, P. Antonio Rivero, L.C.