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Evangelio 5 Mayo |Permanezcan en mi

MIÉRCOLES 5 DE MAYO

RESUMEN DEL EVANGELIO, MIÉRCOLES 5 DE MAYO

Juan 15, 1-8: En aquel tiempo, Jesús habló así a sus discípulos: «Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el viñador. Todo sarmiento que en mí no da fruto, lo corta, y todo el que da fruto, lo limpia, para que dé más fruto. Vosotros estáis ya limpios gracias a la Palabra que os he anunciado. Permaneced en mí, como yo en vosotros. Lo mismo que el sarmiento no puede dar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid; así tampoco vosotros si no permanecéis en mí. Yo soy la vid; vosotros los sarmientos. El que permanece en mí y yo en él, ése da mucho fruto; porque separados de mí no podéis hacer nada. Si alguno no permanece en mí, es arrojado fuera, como el sarmiento, y se seca; luego los recogen, los echan al fuego y arden. Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que queráis y lo conseguiréis. La gloria de mi Padre está en que deis mucho fruto, y seáis mis discípulos».
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MI COMENTARIO

Hermosa comparación con la que hoy describe Jesús la unión de los discípulos con él: LA VID Y LOS SARMIENTOS.

1. Él es la vid, la cepa. Nosotros somos los sarmientos. De la vid pasa la savia, o sea, la vida, a los sarmientos, si “permanecemos” unidos a la vid. El verbo “permanecer” aparece 68 veces en los escritos de Juan, once de ellas en este capítulo 15. Si no, quedamos secos, no daremos frutos y nos morimos como sarmientos.
2. Dios Padre es el viñador, el que quiere que los sarmientos, es decir nosotros, no perdamos esta unión con Cristo-Vid. Esa es la mayor alegría del Padre: “que demos fruto abundante”, fruto de buenas obras, fruto de virtudes. Y cuando venga la “poda” es por nuestro bien, porque Dios nos quitará aquello que resta para que mi sarmiento dé fruto abundante. Nos quitará hojas podridas de egoísmo, soberbia, pereza, odio, lujuria.
3. Podemos concluir nuestro comentario así: seguiré unido a Cristo-Vid en la oración y en los sacramentos, porque quiero dar fruto abundante en todos los campos: en mi familia, en mi trabajo, en mi comunidad. ¡Cuántos cristianos vemos a nuestro alrededor con frutos de alegría, de caridad, de optimismo, de sinceridad, de entrega, de humildad, de paciencia, de bondad! ¿Por qué? Porque están unidos a Cristo-Vid.

Preguntemos hoy a Cristo qué frutos espera más de mí. María, en cuyo mes de mayo estamos, dio el mejor fruto en su vida: a Cristo. Y san José, en cuyo año estamos, dio frutos de justicia, de honradez, de fidelidad, de humildad, de espíritu de caridad y sacrificio. ¡Cuánto tenemos que aprender de ellos! Y sigamos rezando por nuestra iglesia en Alemania para que no den el fatídico paso del cisma. Les mando a cada uno de ustedes la bendición de Dios, P. Antonio Rivero, L.C.