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Evangelio 5 Mayo|Mi Padre y yo somos uno

Evangelio según San Juan 10,22-30.

Se celebraba entonces en Jerusalén la fiesta de la Dedicación. Era invierno,
y Jesús se paseaba por el Templo, en el Pórtico de Salomón.
Los judíos lo rodearon y le preguntaron: «¿Hasta cuándo nos tendrás en suspenso? Si eres el Mesías, dilo abiertamente».
Jesús les respondió: «Ya se lo dije, pero ustedes no lo creen. Las obras que hago en nombre de mi Padre dan testimonio de mí,
pero ustedes no creen, porque no son de mis ovejas.
Mis ovejas escuchan mi voz, yo las conozco y ellas me siguen.
Yo les doy Vida eterna: ellas no perecerán jamás y nadie las arrebatará de mis manos.
Mi Padre, que me las ha dado, es superior a todos y nadie puede arrebatar nada de las manos de mi Padre.
El Padre y yo somos una sola cosa».

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MI COMENTARIO

¿Qué clase de oveja soy de Cristo buen Pastor?

1. Hay ovejas dóciles que escuchan al Cristo pastor porque conocen su voz en los evangelios y en la Iglesia, que lo aman cumpliendo los mandamientos, que lo siguen en tiempos de lluvia y en tiempos de sol, que se dejan alimentar en el sacramento de la Eucaristía y curar por él con la medicina de la confesión. Y son felices en el rebaño de Cristo, que es su Iglesia católica. Ovejas que no se pelean con las otras ovejas, sino que forman comunidad unida y llena de alegría. Con estas ovejas Jesús está feliz y le dan mucho consuelo. Ovejas que se dejan acariciar por la excelente Pastora al lado de su Hijo, que es María.
2. Hay otras ovejas que están en el rebaño, pero a regañadientes, siempre protestando, a disgusto, criticando de todo y a todos: al Papa, a los obispos, a los sacerdotes, a los catequistas, a los responsables de grupos, al vecino. Son ovejas que van perdiendo su lana, sus dientes…y están a la mira del lobo, que las llama con silbido atractivo.
3. Y finalmente, hay otras ovejas que se han salido del rebaño y están en cañadas oscuras, siguiendo la voz de otros falsos pastores, prefieren su libertad sin límites, metidas en el lodazal del mundo, dejando su lana por todas las zarzas. Buscan no sé qué, van no sé donde. Pero están ahí, balando tristes, y de vez en cuando dando carcajadas postizas. A estas, Cristo las busca, las llama, las quiere atraer con su amor. No la obliga, sino que la invita. ¡Cuántos santos eran ovejas perdidas y volvieron a seguir a Cristo Pastor: Agustín, la Magdalena, Francisco Javier, Camilo de Lelis, Margarita de Cortona…por no decir, el apóstol Mateo, Dimas ladrón! Encontraron a Cristo, escucharon a Cristo, y siguieron a Cristo.

Yo espero que tú y yo estemos entre las buenas ovejas. Y si conocemos a alguna que se haya ido del rebaño de Cristo, vayamos tras ella y traigámosla con cariño y respeto de nuevo delante de Cristo Pastor que les está esperando con tanta ilusión. Les mando a cada uno la bendición de Dios, P. Antonio Rivero, L.C.