Evangélio 3 Marzo|Si alguno quiere seguirme, que cargue con su cruz y me siga

RESUMEN DEL EVANGELIO, JUEVES 3 DE MARZO

Lucas 9, 22-25: En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «El Hijo del hombre debe sufrir mucho, y ser reprobado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, ser matado y resucitar al tercer día». Decía a todos: «Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame. Porque quien quiera salvar su vida, la perderá; pero quien pierda su vida por mí, ése la salvará. Pues, ¿de qué le sirve al hombre haber ganado el mundo entero, si él mismo se pierde o se arruina?».


MI COMENTARIO

Condiciones para seguir a Jesús. La Cuaresma es tiempo de opciones. Nos invita a revisar cada año nuestra dirección en la vida. No sé si nos ha crecido o decrecido el hombre viejo. El camino que nos propone Jesús no es fácil; es más, es paradójico. Pero es el camino que vale la pena y el que Jesús siguió. Si queremos subir a la Pascua, tenemos que seguir estas tres condiciones:

  1. Negarnos a nosotros mismos: negarnos a nosotros mismos, “perdiendo” la vida por él. Es decir, viviendo no para nosotros sino para aquel que por nosotros murió y resucito. Supone rectificar constantemente la mirada del corazón que no se vuelca sobre nosotros, nuestros gustos y apetencias, sino sobre los demás, sobre lo que necesitan. Necesitamos aprender cada día a morir a nosotros mismos, al afán de gloria propia, para vivir en Cristo para la gloria de Dios. Hemos de permitir, con palabras de Santa Teresa Calcuta, “que la gente muerda su sonrisa, su tiempo. A veces preferirían no mirar a alguien siquiera, si han tenido algún malentendido. Entonces no sólo miren, sonrían también. Aprendan que deben dejar que la gente se las coma» (Ven, se mi luz 346). Morir a tantas apetencias egoístas, tantos deseos mundanos no acordes al evangelio de Jesús.
  2. Llevar la cruz: “La Cruz no es el fin; la Cruz es la exaltación y mostrará el cielo. La Cruz no sólo es signo, sino también invicta armadura de Cristo: báculo de pastor con el que el divino David se enfrenta al malvado Goliat; báculo con el que Cristo golpea enérgicamente la puerta del cielo y la abre. Cuando se cumplan todas estas cosas, la luz divina se difundirá y colmará a cuantos siguen al Crucificado” (Santa Teresa Benedicta de la Cruz, “La Ciencia de la Cruz»”).
  3. Seguir a Jesús: Él ya ha dejado las huellas bien claras. Basta leer el evangelio para descubrirlas. Se condensan en las bienaventuranzas que podemos meditar en san Mateo, capítulo 5. Pobre y desprendido de corazón. Manso y humilde. Misericordioso y perdonador. Puro en todos sus pensamientos, afectos y acciones. Sufrido. Hambriento de la voluntad de su Padre celestial. Forjador de paz y concordia. Generoso y caritativo.

“La Cuaresma es un tiempo propicio para aprender a permanecer con María y Juan, el discípulo predilecto, junto a Aquel que en la cruz consuma el sacrificio de su vida por toda la humanidad (cf. Jn 19, 25). Por tanto, con una atención más viva, dirijamos nuestra mirada, en este tiempo de penitencia y de oración, a Cristo crucificado que, muriendo en el Calvario, nos reveló plenamente el amor de Dios” (Benedicto XVI, “Mensaje para la Cuaresma” 2007).

Les mando a cada uno la bendición de Dios, P. Antonio Rivero, L.C.