Evangelio 28 Febrero|Llegará el momento en que el esposo les será quitado, y entonces ayunarán

Evangelio según San Mateo 9,14-15.

Se acercaron a Jesús los discípulos de Juan y le dijeron: «¿Por qué tus discípulos no ayunan, como lo hacemos nosotros y los fariseos?».
Jesús les respondió: «¿Acaso los amigos del esposo pueden estar tristes mientras el esposo está con ellos? Llegará el momento en que el esposo les será quitado, y entonces ayunarán.

El ayuno que agrada a Dios: el amor

Los creyentes de todos los tiempos y de todas las religiones corremos siempre un serio peligro: cumplir externamente las normas y descuidar lo esencial, lo que buscan esas normas. Bien sabemos que ya en el Antiguo Testamento, para la religión judía una de las normas importantes, más importantes que para nosotros los cristianos del siglo XXI, era el ayuno. Muchos judíos lo practicaban y se quejaban a Dios de que no se lo tenía en cuenta: “¿Para qué ayunar, si no haces caso?; ¿mortificarnos, si tú no te fijas?”. Y el Señor les explica bien su actitud. Les recuerda que ayunan pero a la vez van en contra del mandamiento del amor, que es mucho más importante que el ayuno. “Mirad: el día de ayuno buscáis vuestro interés y apremiáis a vuestros servidores; mirad: ayunáis entre riñas y disputas, dando puñetazos sin piedad. No ayunéis como ahora”. Lo que Dios quiere es que amen a sus prójimos, principalmente a los más necesitados, a los prisioneros, a los oprimidos, a los hambrientos, a los pobres, a los desnudos. “Entonces clamarás al Señor, y te responderá; gritarás, y te dirá: Aquí estoy. Porque yo, el Señor, tu Dios soy misericordioso”.

No hay nada por encima del amor

Muchas normas, hasta 613, prescribía la ley judía a sus creyentes, entre otras el ayuno, como acabamos de ver en la primera lectura de Isaías. Nosotros los cristianos tenemos los diez mandamientos de la ley de Dios y los cinco de la iglesia, más unas cuantas normas más, como el ayuno cuaresmal.

Jesús resume todo lo que nos manda en el amor a Dios y al prójimo, por lo que el criterio del actuar cristiano es bien claro: Todo lo que favorezca amar a Dios y al prójimo será bueno, será cristiano. Todo lo que vaya en contra del amor a Dios y al prójimo será malo, no será cristiano.

Jesús, en su actuar, siguió este criterio. En su tiempo, entre los bien pensantes, existía la norma no escrita de no mezclarse con los pecadores. Pues Jesús, para intentar conquistar para Dios a los pecadores, come y bebe con ellos. “Los enfermos son los que tiene necesidad del médico, no los sanos”. Si tiene que curar a algún enfermo en sábado, saltándose la ley del sábado, Jesús cura al enfermo, ama al hermano. No hay ninguna ley ni humana, ni aparentemente divina que no deje ayudar y amar al hermano.

En esta misma línea, como vemos en el evangelio de hoy, Jesús apoya que sus discípulos no cumplan la norma del ayuno, mientras disfrutan de su presencia y cercanía.