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Evangelio 21 Abril |Ustedes tienen que renacer de lo alto

Evangelio según San Juan 3,7b-15.

Jesús dijo a Nicodemo: ‘Ustedes tienen que renacer de lo alto’.
El viento sopla donde quiere: tú oyes su voz, pero no sabes de dónde viene ni adónde va. Lo mismo sucede con todo el que ha nacido del Espíritu».
«¿Cómo es posible todo esto?», le volvió a preguntar Nicodemo.
Jesús le respondió: «¿Tú, que eres maestro en Israel, no sabes estas cosas?
Te aseguro que nosotros hablamos de lo que sabemos y damos testimonio de lo que hemos visto, pero ustedes no aceptan nuestro testimonio.
Si no creen cuando les hablo de las cosas de la tierra, ¿cómo creerán cuando les hable de las cosas del cielo?
Nadie ha subido al cielo, sino el que descendió del cielo, el Hijo del hombre que está en el cielo.
De la misma manera que Moisés levantó en alto la serpiente en el desierto, también es necesario que el Hijo del hombre sea levantado en alto,
para que todos los que creen en él tengan Vida eterna.

“Nadie ha subido al cielo sino el que bajó del cielo” (Jn 3, 13)

El pastor de todos ha bajado
a buscar a Adán, la oveja perdida
la puso sobre sus hombros y subió
ofreciéndose como sacrificio al amo del rebaño (Lc 15,4; Jn 10,11).
¡Bendito su descenso a nosotros!

Como rocío y lluvia vivificante
descendió sobre María, la tierra agostada
Grano de trigo, encerrado en la tierra
germina en pan tierno (Jn 12,24).
¡Bendita sea su ofrenda!

Desde arriba descendió el poder hacia nosotros
en el seno de la Virgen brilló la esperanza
de la tumba, la vida ha surgido para nosotros
Está sentado a la derecha del Padre como Rey nuestro.
¡Bendita su gloria!

Descendió como torrente desde las alturas
brota de María como retoño
colgado del leño como un fruto
sube al cielo como ofrenda de primicias.
¡Bendita su voluntad!


RESUMEN PRIMERA LECTURA DE ESTE MARTES 21 DE ABRIL, HECHOS 4, 32-37

¿Cómo vivía la primera comunidad de cristianos? Hagamos el retrato de la primera comunidad para que también nosotros aprendamos de ella.

1. Tenían un solo corazón: unión de corazones, de sentimientos, comunidad de bienes y solidaridad con los pobres. Destaca la generosidad de un discípulo que luego tendrá importancia en la historia de los primeros años de la Iglesia: Bernabé. Estaban ungidos por la amistad. ¿Nuestras comunidades y familias son así?
2. Eran constantes en la enseñanza y en la oración: el camino para esa común-unión es la oración litúrgica y comunitaria. A diario frecuentaban el templo en grupo. Comunidad que ora unida, vive unida. La comunidad refuerza la oración y la oración refuerza a la comunidad. Y en los primeros años, estaba ahí María especialmente con los apóstoles a quienes preparó en la oración para Pentecostés, es decir, para la venida del Espíritu Santo. ¿Nuestras comunidades rezan? ¿Hay predicación y retiros con la Palabra de Dios en mano?
3. Eran constantes en el partir el pan y en la comunión: es decir, celebraban la Eucaristía, hoy llamada santa misa. Era el centro de la primera comunidad cristiana. Tenían un doble movimiento: compartir el pan y las viandas que cada uno traía, y compartir el Pan consagrado. Esto significa que la celebración requiere vivencia de la fraternidad, reconciliación sincera de todos y empeño en la caridad. ¿Nos parecemos también nosotros? ¿O después de las misas seguimos peleándonos, criticando, siendo egoístas?
4. Cada uno con su carisma: no es una comunidad encerrada en sí mismo. El papa Francisco diría que es una comunidad en salida, se lanza a la calle. Son testigos de la buena nueva de Cristo resucitado. “No pueden callar”. La gente se hacía lenguas de ellos e iban agregando más cristianos para la causa de Cristo. Unos se dedicarán más al servicio de los pobres, los diáconos. Otros presidirán las celebraciones y predicarán. Otros predicarán en sus casas y vecinos. Cada uno tiene su función con su carisma y lo ponen al servicio de la vida y misión de la comunidad. ¿Son así nuestras comunidades religiosas, parroquiales y en los diversos movimientos de la Iglesia?

Aprendamos hoy estas características de los primeros cristianos. Así daremos testimonio de que vale la pena seguir a Cristo, Camino, Verdad y Vida. Les mando a cada uno la bendición de Dios, P. Antonio Rivero, L.C.