RESUMEN DEL EVANGELIO, LUNES 14 DE MARZO
Lucas 6, 36-38: En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Sed compasivos, como vuestro Padre es compasivo. No juzguéis y no seréis juzgados, no condenéis y no seréis condenados; perdonad y seréis perdonados. Dad y se os dará; una medida buena, apretada, remecida, rebosante pondrán en el halda de vuestros vestidos. Porque con la medida con que midáis se os medirá».
_________________________________
MI COMENTARIO
Cuaresma, tiempo para pedir perdón y misericordia a Dios (primera lectura de Daniel) y tiempo para tener misericordia con nuestros hermanos.
1. En la primera lectura del profeta Daniel (9, 4-10), Dios nos invita a reconocer nuestros pecados, pues hemos sido malos y nos hemos apartado de los mandamientos de Dios muchas veces, hemos pecado contra él. ¿Qué ha hecho Dios? Nos ha tendido siempre el lazo de su misericordia. Basta que acudamos a Él y le pidamos perdón. El profeta Daniel hace una emocionada confesión de la bondad de Dios: “Dios grande, que guardas la alianza y el amor a los que te aman”… “Al Señor Dios nuestro, la piedad y el perdón”. Nos hace bien reconocernos pecadores, haciendo nuestra la oración de Daniel. Personalmente y como comunidad. Reconocer nuestra debilidad es el mejor punto de partida para la conversión pascual, para nuestra vuelta a los caminos de Dios. El que se cree santo, no se convierte. El que se tiene por rico, no pide. El que lo sabe todo, no pregunta. ¿Nos reconocemos pecadores? ¿Somos capaces de pedir perdón a Dios desde lo profundo de nuestro ser? ¿Preparamos ya con sinceridad nuestra confesión pascual?
2. Y en el evangelio, Dios nos invita a tener misericordia con nuestros hermanos. Si Dios ha sido misericordioso con nosotros, también nosotros debemos serlo con nuestro hermano. El programa es concreto y progresivo: “sean compasivos…no juzguen…no condenen…perdonen…den”. El modelo sigue siendo el mismo Dios: “Sean compasivos, como su Padre es misericordioso”. Esta actitud de perdón la pone Jesús como condición para que también a nosotros nos perdonen. Es lo que decimos en el padrenuestro: “perdónanos…como nosotros perdonamos”.
3. Preguntémonos: ¿tenemos un corazón compasivo? ¡Cuántas ocasiones tenemos al día para mostrarnos tolerantes, para saber olvidar, para no juzgar ni condenar, para no guardar rencor, para ser generosos, como Dios lo ha sido con nosotros! Esto es más difícil que hacer un poco de ayuno o abstinencia.
Tendríamos que salir de la Cuaresma con mejor corazón, con mayor capacidad de perdón y tolerancia. Pidamos a Dios esta gracia: tener un corazón perdonador y misericordioso, como el de Él. Dios nos invita a dejarnos trasplantar el corazón nuevo. No es sólo cuestión de medicamentos que alivien momentáneamente. Necesitamos un corazón nuevo. Les deseo una óptima semana y les mando a cada uno la bendición de Dios, P. Antonio Rivero, L.C.