Evangelio 12 Mayo|Mi paz les dejo , mi paz les doy

Evangelio según San Juan 14,27-31a.

Jesús dijo a sus discípulos:
«Les dejo la paz, les doy mi paz, pero no como la da el mundo. ¡ No se inquieten ni teman !

Me han oído decir: ‘Me voy y volveré a ustedes’. Si me amaran, se alegrarían de que vuelva junto al Padre, porque el Padre es más grande que yo.
Les he dicho esto antes que suceda, para que cuando se cumpla, ustedes crean.
Ya no hablaré mucho más con ustedes, porque está por llegar el Príncipe de este mundo: él nada puede hacer contra mí,
pero es necesario que el mundo sepa que yo amo al Padre y obro como él me ha ordenado.»


RESUMEN DEL EVANGELIO DEL MARTES 12 DE MAYO, JUAN 14, 27-31

“La paz les dejo, mi paz les doy”. Sí, hablemos de la paz. ¿Cuál es la paz que nos ofrece Cristo y cuál es la paz que nos ofrece el mundo?

1. La falsa paz que el mundo nos ofrece es esta: bienestar, ausencia de guerras, de problemas, de conflictos, de enfermedades. La falsa paz al mirar un cementerio. La falsa paz después de una cruenta guerra inútil. La falsa paz de encerrarme en mi cuarto para no encarar las dificultades y deberes.
2. La paz que Cristo nos ofrece no es conquista personal, sino que es un don que nos da y que nosotros recibimos con gratitud. Es la paz de la conciencia, cuando le hemos perdido perdón por nuestros pecados, es una paz que puede darse en medio de tribulaciones y dificultades porque Él nos da fuerza para resistir, es una paz como resultado de nuestra fidelidad a los mandamientos de Dios y a los deberes del propio estado, es una paz después de haber servido y atendido al prójimo necesitado, es una paz después de haber perdonado a mi esposo o esposa, después de un conflicto.
3. Durante estos días estamos leyendo en la primera lectura de la misa la primera evangelización de Pablo y sus compañeros. A pesar de las dificultades, golpes, expulsiones, cárceles que experimentó, no perdió la paz, porque Pablo tenía a Cristo en lo profundo de su corazón y todo lo hacía por Él. Y no se desanimaba, no odiaba. Todo lo ofrecía al Señor. Y esto le daba una gran paz, que después la contagiaba a las comunidades que fundaba o que visitaba.

San Juan XXIII en su encíclica sobre la paz dijo en el número 1: “La paz en la tierra, suprema aspiración de toda la humanidad a través de la historia es indudable que no puede establecerse ni consolidarse si no se respeta fielmente el orden establecido por Dios”. Y el Compendio de la doctrina social de la Iglesia dice lo siguiente: “más que una construcción humana, la paz es un sumo don divino ofrecido a todos los hombres, que comporta la obediencia al plan de Dios” (n. 489). Examinemos hoy si somos hombres de paz, si tenemos paz en nuestra conciencia, si contagiamos paz en nuestra casa, en nuestro matrimonio, en las relaciones con los demás, en el trabajo. O vamos tirando bombas por donde pasamos: la bomba de la crítica, del disgusto, de las palabrotas, de las mentiras, de las malas conversaciones. ¡Para pensar! Pidamos la intercesión de san Juan XXIII, cuyo lema episcopal era: “Obediencia y paz”, o de san Francisco de Asís: “Paz y bien”. Les mando a cada uno de ustedes la bendición, P. Antonio Rivero, L.C.