Evangelio 31 Enero|El Reino de Dios es como un hombre que echa la semilla en la tierra

Evangelio según San Marcos 4,26-34.

Y decía: «El Reino de Dios es como un hombre que echa la semilla en la tierra:
sea que duerma o se levante, de noche y de día, la semilla germina y va creciendo, sin que él sepa cómo.
La tierra por sí misma produce primero un tallo, luego una espiga, y al fin grano abundante en la espiga.
Cuando el fruto está a punto, él aplica en seguida la hoz, porque ha llegado el tiempo de la cosecha».
También decía: «¿Con qué podríamos comparar el Reino de Dios? ¿Qué parábola nos servirá para representarlo?
Se parece a un grano de mostaza. Cuando se la siembra, es la más pequeña de todas las semillas de la tierra,
pero, una vez sembrada, crece y llega a ser la más grande de todas las hortalizas, y extiende tanto sus ramas que los pájaros del cielo se cobijan a su sombra».
Y con muchas parábolas como estas les anunciaba la Palabra, en la medida en que ellos podían comprender.
No les hablaba sino en parábolas, pero a sus propios discípulos, en privado, les explicaba todo.

RESUMEN EVANGELIO VIERNES 31 DE ENERO, SAN JUAN BOSCO FUNDADOR DE LOS SALESIANOS, GRAN EDUCADOR DE NIÑOS Y JÓVENES, ITALIANO DEL SIGLO XIX

MARCOS 4, 26-34: otras dos imágenes de campo para describir lo que es el Reino que Cristo vino a instituir aquí en la tierra. La semilla y el grano de mostaza.

1. La semilla crece sola, sin que el labrador sepa cómo. El Reino de Dios, su Palabra, tiene dentro una fuerza misteriosa, que a pesar de los obstáculos que pueda encontrar, logra germinar y dar fruto. Se supone que el campesino realiza todos los trabajos que se esperan de él, ARANDO, LIMPIANDO Y REGANDO. Pero aquí Jesús quiere subrayar la fuerza intrínseca de la gracia y de la intervención de Dios. El protagonista de la parábola no es el labrador ni el terreno bueno o malo, sino la semilla.
2. El grano de mostaza es la más pequeña de las simientes, pero que llega a ser un arbusto notable. De nuevo, la desproporción entre los medios humanos y la fuerza de Dios.
3. Este evangelio nos ayuda a entender cómo conduce Dios nuestra historia. Si olvidamos su protagonismo y la fuerza intrínseca que tienen su evangelio, sus sacramentos, su gracia, nos pueden pasar dos cosas: si nos va bien, pensamos que es mérito nuestro…y si nos va mal, nos hundimos y protestamos a Dios. ¡Cuidado! El mundo no lo salvamos nosotros, sino DIOS. La Iglesia no la arreglamos nosotros, sino DIOS. Las familias y los gobiernos nos los arreglamos nosotros, sino DIOS. A nosotros nos toca arar con paciencia, limpiar con decisión y regar con constancia.

Miremos a san Juan Bosco. Él si dejó que la semilla de Dios fructificara, ¡y cómo! Fundó una congregación religiosa, los Salesianos, dedicada a la educación de los niños y jóvenes, con una educación preventiva, motivadora y llena de amor, y siempre bajo el amparo de María Auxiliadora. ¡Felicidades, hermanos salesianos, les aprecio mucho y les ofrezco hoy la misa y mi rosario y rezo de la Liturgia de las horas por ustedes, para que sigan dejando hacer crecer la semilla de Dios en nuestro mundo y en nuestra Iglesia! Mando a cada uno de ustedes la bendición de Dios, P. Antonio Rivero, L.C.