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Evangelio 25 Marzo|¡Alégrate!, llena de gracia, el Señor está contigo

Evangelio según San Lucas 1,26-38.

El Ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret,
a una virgen que estaba comprometida con un hombre perteneciente a la familia de David, llamado José. El nombre de la virgen era María.
El Ángel entró en su casa y la saludó, diciendo: «¡Alégrate!, llena de gracia, el Señor está contigo».
Al oír estas palabras, ella quedó desconcertada y se preguntaba qué podía significar ese saludo.
Pero el Ángel le dijo: «No temas, María, porque Dios te ha favorecido.
Concebirás y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús;
él será grande y será llamado Hijo del Altísimo. El Señor Dios le dará el trono de David, su padre,
reinará sobre la casa de Jacob para siempre y su reino no tendrá fin».
María dijo al Ángel: «¿Cómo puede ser eso, si yo no tengo relaciones con ningún hombre?».
El Ángel le respondió: «El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por eso el niño será Santo y será llamado Hijo de Dios.
También tu parienta Isabel concibió un hijo a pesar de su vejez, y la que era considerada estéril, ya se encuentra en su sexto mes,
porque no hay nada imposible para Dios».
María dijo entonces: «Yo soy la servidora del Señor, que se cumpla en mí lo que has dicho». Y el Ángel se alejó.

RESUMEN DEL EVANGELIO, 25 DE MARZO, SOLEMNIDAD DE LA ANUNCIACIÓN DEL SEÑOR, LUCAS 1, 26-38

“Dios elige a una mujer sencilla y humilde para encarnarse, hacerse hombre y así ofrecernos la salvación”.

1. Hoy es el día más importante de toda la historia: Dios que decide hacerse hombre, palabras, lágrimas, sonrisa, voz, sudor, sentimiento, pies para caminar por nuestro suelo, manos para acariciar a esos niños, ojos para ver nuestras necesidades y transmitirnos la ternura de su corazón. ¿Puede haber algo más sublime?
2. Y para eso necesitó una mujer, una madre que le diese esa humanidad, esa carne humana. Y fue a buscarla no a la Roma imperial, ni a la Grecia culta, ni al Egipto seductor. Fue a un pueblito humilde, Nazaret, y escoge una mujer sencilla y anónima, María, a quien le propone esta maravillosa iniciativa: “Busco una madre para hacerme hombre, sin necesidad de varón”. Dios pidiendo permiso a una creatura. María respondió que sí, que, aunque no entendía todo, “aquí está la servidora del Señor, hágase en mí según tu Palabra”. Humilde, obediente, pura. Y María se convirtió en la puerta de entrada de Dios en nuestro mundo. Y hoy, 25 de marzo, comenzó a vivir Dios en el seno de María durante 9 meses como todo hombre, y nacerá el 25 de diciembre. ¡Qué gran misterio gozoso!
3. ¿Quién hizo esta maravilla: hacerse hombre en el seno de una mujer sin necesidad de concurso de varón? Fue el Espíritu Santo quien hizo esta obra maravillosa, milagrosa, incomprensible con los criterios humanos. El Espíritu fecundó a la Virgen y María le dio la humanidad a Jesús, sin dejar de ser Dios. Dios y hombre verdadero. ¿Dios es omnipotente? Entonces, ¿de qué te extrañas?

Si tú, que me escuchas, dejas al Espíritu Santo entrar en tu vida, Él imprimirá en ti la imagen de Jesús. Forjará en ti los pensamientos, los afectos, las emociones, el amor de Cristo y serás imagen de Jesús en tu naturaleza humana. ¡Qué sublime tarea! Hasta poder decir como san Pablo: “Vivo yo, pero no yo, sino Cristo en mí”. Dios necesita de ti y de mí para mirar a este mundo con mirada divina, para hablar a este mundo con palabra de amor, para extender sus brazos a través de los nuestros para levantar al caído, para abrazar a todos con la ternura de Dios. ¿Estás dispuesto a dejarle entrar al Espíritu Santo a tu alma para que haga esta obra divina? Les mando a cada uno en particular la bendición de Dios, P. Antonio Rivero, L.C.