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Evangelio 22 Septiembre|Los envío a proclamar el reino de Dios

RESUMEN DEL EVANGELIO, MIÉRCOLES 22 DE SEPTIEMBRE
Hoy en México celebramos el martirio de tres niños: Cristóbal, Antonio y Juan, evangelizados por los frailes franciscanos y dominicos en el siglo XVI. Encomendémonos a ellos. Fueron canonizados por el papa Francisco. Son mártires de Tlaxcala.

Lucas 9, 1-6: Misión de los apóstoles.

En aquel tiempo, convocando Jesús a los Doce, les dio autoridad y poder sobre todos los demonios, y para curar enfermedades; y los envió a proclamar el Reino de Dios y a curar. Y les dijo: «No toméis nada para el camino, ni bastón, ni alforja, ni pan, ni plata; ni tengáis dos túnicas cada uno. Cuando entréis en una casa, quedaos en ella hasta que os marchéis de allí. En cuanto a los que no os reciban, saliendo de aquella ciudad, sacudid el polvo de vuestros pies en testimonio contra ellos». Saliendo, pues, recorrían los pueblos, anunciando la Buena Nueva y curando por todas partes.
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MI COMENTARIO

1. Jesús llama a los doce y les encomienda esta misión:
a) Liberar a los poseídos por los demonios. A esto llamamos exorcismo.
b) Curar a los enfermos. Enfermos de cuerpo y de alma.
c) Proclamar el Reino de Dios. Reino de paz, de justicia, de amor, de verdad.
2. Les pone también unas condiciones:
a) No llevar nada para el camino, sino que confían en la Providencia, quedándose en la casa donde les acojan. Desapego económico. No fiarse tanto de las provisiones o de los medios técnicos, sino de la fuerza intrínseca de la Palabra que proclaman y del poder y autoridad que Jesús les comunica.
b) Salir del lugar donde no les reciban e ir a otras partes: no desanimarse. Rezar por esas personas que están cerradas al mensaje de Cristo. Y dejar todo en las manos de Dios. No somos nosotros los que salvamos al mundo. Sólo somos conductores de la fuerza salvadora de Cristo y de su Espíritu. Sabemos que hay mucha gente sin inquietudes, demasiado satisfecha con su confort. Hay personas con prejuicios contra la Iglesia y los cristianos. Mucho peores eran los ambientes de los primeros cristianos. Donde predicaba san Pablo había degradación moral, confusionismo ideológico. Y san Pablo no se desanimaba. Seguía adelante. Y fue llevando el mensaje de Cristo por toda Asia Menor: Corintio, Éfeso, Tesalónica, Colosas, Filipos, Roma… También los misioneros que vinieron a Amércia. ¿Y nosotros?
3. Esto vale sobre todo para los que Dios llama para la misión absorbente, como misioneros, sacerdotes, consagradas. Pero también vale para los bautizados, en cierto sentido. San Pablo VI dijo: “Evangelizar constituye la dicha y vocación propia de la Iglesia, su identidad más profunda. La Iglesia existe para evangelizar” (Evangelii nuntiandi 14). La Iglesia y el bautizado no ha de vivir para sí mismo, para su triunfo, sino para mantener encendido sobre el mundo el mensaje de Cristo y dirigir a los hombres hacia el cielo. Todos somos misioneros en nuestra casa, en nuestro lugar de trabajo, en nuestras comunidades y movimientos eclesiales. Evangelizar no es sólo tarea o monopolio de los obispos y misioneros de vanguardia. Debemos ser evangelizadores, pues Cristo nos hizo partícipes de su misión profética el día de nuestro bautismo.

No nos guardemos para nosotros el secreto de nuestra felicidad de seguir a Cristo. Llevemos la buena nueva, sanemos las heridas físicas, espirituales y psicológicas de nuestros hermanos que están a nuestro lado. Sintamos como san Pablo: “A mí, el último de los cristianos, se me ha concedido el don de anunciar la inimaginable riqueza de Cristo” (Efesios 3,8). ¡Es un honor que no merecemos! Les mando a cada uno la bendición de Dios. P. Antonio Rivero, L.C.