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Evangelio 2 Marzo |El que se enaltece será humillado y el que se humilla será enaltecido

MARTES 2 DE MARZO

RESUMEN DEL EVANGELIO, MARTES 2 DE MARZO
Mateo 23, 1-12: En aquel tiempo, Jesús se dirigió a la gente y a sus discípulos y les dijo: «En la cátedra de Moisés se han sentado los escribas y los fariseos. Haced, pues, y observad todo lo que os digan; pero no imitéis su conducta, porque dicen y no hacen. Atan cargas pesadas y las echan a las espaldas de la gente, pero ellos ni con el dedo quieren moverlas. Todas sus obras las hacen para ser vistos por los hombres; se hacen bien anchas las filacterias y bien largas las orlas del manto; quieren el primer puesto en los banquetes y los primeros asientos en las sinagogas, que se les salude en las plazas y que la gente les llame «Rabbí».

»Vosotros, en cambio, no os dejéis llamar «Rabbí», porque uno solo es vuestro Maestro; y vosotros sois todos hermanos. Ni llaméis a nadie «Padre» vuestro en la tierra, porque uno solo es vuestro Padre: el del cielo. Ni tampoco os dejéis llamar «Doctores», porque uno solo es vuestro Doctor: Cristo. El mayor entre vosotros será vuestro servidor. Pues el que se ensalce, será humillado; y el que se humille, será ensalzado».
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MI COMENTARIO

Llamada de Jesús a ser auténticos entre lo que somos y decimos, entre lo que decimos y hacemos, entre lo que hacemos y pedimos a los demás.

1. Los fariseos y los escribas eran personas “buenas” a los ojos de todos, porque rezaban, ayunaban, enseñaban la ley de Moisés. El problema de ellos era bien claro: lo hacían para ser vistos, aplaudidos y premiados. No hacían eso por amor a Dios y por amor a sus hermanos. Iban granjeándose el aprecio de la gente, mendigando “guiños de ojos”, querían ser llamados “maestros, guías, doctores y profesionales de la Ley”. Los fariseos eran laicos piadosos que se consideraban a sí mismos los “puros”. Los escribas eran doctores de la ley. Una vida hipócrita, no coherente ni auténtica. Hablan para buscarse los primeros puestos. Cristo los desenmascaró, les acusa de intransigentes al echar sobre los hombros de los demás un yugo insoportable, les echa en cara de que son vanidosos, de contentarse con las formas exteriores, para la galería, pero sin coherencia interior. Cristo les llama a cambiar de vida y de actitud. Pero la mayoría de ellos no le hicieron caso. Por eso tramaron la muerte de Jesús.
2. Cristo pide a sus seguidores, a mí y a ti, unas actitudes bien concretas: sinceridad, autenticidad de vida entre lo que somos y decimos, entre los que decimos y hacemos, entre lo que hacemos y pedimos a los demás. La hipocresía puede ser el pecado de los “buenos”. Nos resulta fácil hablar, explicar a los demás el camino del bien, y luego corremos el peligro de que nuestra conducta esté muy lejos de lo que explicamos. Cuántos cristianos hay que se fijan tanto en nimiedades y escrupulosidades litúrgicas en el vestido para las ceremonias, y olvidan el amor y el servicio al prójimo.
3. Preguntémonos hoy: ¿Podría decir Jesús de nosotros -los que hablamos a los demás en la catequesis, en la comunidad parroquial o religiosa, en la escuela, en la familia-, “haced lo que os digan, pero no hagáis lo que ellos hacen”? ¿Qué hay de fariseo en nosotros? ¿Nos conformamos con la apariencia exterior? ¿Somos exigentes con los demás y tolerantes con nosotros mismos? ¿Nos gusta decir palabras bonitas -amor, democracia, comunidad…-, y luego resulta que no corresponden a nuestras obras? ¿Buscamos la alabanza de los demás y los primeros puestos? No olvidemos que los puestos que tenemos son para servir a los demás y no para oprimir y servirse de los demás. No son nuestros esclavos, sino nuestros hermanos.

Cuaresma, tiempo para ir cambiando estas actitudes fariseas y optar por llevar una vida sincera y auténtica, humilde y sencilla. La Palabra de Dios nos va persiguiendo a lo largo de la cuaresma para que no nos quedemos en unos retoques superficiales, sino que profundicemos en nuestro camino de Pascua y cambiar lo que debemos cambiar. Les mando a cada uno la bendición de Dios, P. Antonio Rivero, L.C.