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Evangelio 17 Abril|¡Es el Señor!

Evangelio según San Juan 21,1-14.

Jesús se apareció otra vez a los discípulos a orillas del mar de Tiberíades. Sucedió así:
estaban juntos Simón Pedro, Tomás, llamado el Mellizo, Natanael, el de Caná de Galilea, los hijos de Zebedeo y otros dos discípulos.
Simón Pedro les dijo: «Voy a pescar». Ellos le respondieron: «Vamos también nosotros». Salieron y subieron a la barca. Pero esa noche no pescaron nada.
Al amanecer, Jesús estaba en la orilla, aunque los discípulos no sabían que era él.
Jesús les dijo: «Muchachos, ¿tienen algo para comer?». Ellos respondieron: «No».
El les dijo: «Tiren la red a la derecha de la barca y encontrarán». Ellos la tiraron y se llenó tanto de peces que no podían arrastrarla.
El discípulo al que Jesús amaba dijo a Pedro: «¡Es el Señor!». Cuando Simón Pedro oyó que era el Señor, se ciñó la túnica, que era lo único que llevaba puesto, y se tiró al agua.
Los otros discípulos fueron en la barca, arrastrando la red con los peces, porque estaban sólo a unos cien metros de la orilla.
Al bajar a tierra vieron que había fuego preparado, un pescado sobre las brasas y pan.
Jesús les dijo: «Traigan algunos de los pescados que acaban de sacar».
Simón Pedro subió a la barca y sacó la red a tierra, llena de peces grandes: eran ciento cincuenta y tres y, a pesar de ser tantos, la red no se rompió.
Jesús les dijo: «Vengan a comer». Ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle: «¿Quién eres», porque sabían que era el Señor.
Jesús se acercó, tomó el pan y se lo dio, e hizo lo mismo con el pescado.
Esta fue la tercera vez que Jesús resucitado se apareció a sus discípulos.

RESUMEN DEL EVANGELIO DE ESTE VIERNES 17 DE ABRIL, JUAN 21, 1-14

Sin Jesús en nuestra vida, fracaso total, trabajo y pesca infructuosos. Pero con Jesús, pesca milagrosa, alegría, fiesta y amistad.

1. Pedro, un tanto aburrido, invita a 7 apóstoles a pescar, volver a la tarea que ellos sabían. ¿Qué sentían por dentro? Está claro: tristeza, decepción, pues habían perdido a Jesús, y les costaba creer que estaba vivo, pues ya se había aparecido a ellos por tercera vez. Ahí los vemos: en equipo y en comunidad. Era la primera Iglesia.
2. Y en esto les sale al paso Jesús resucitado.
a) Les pregunta si han pescado algo, cuando sabe que no han pescado nada. Me imagino el mal humor de estos apóstoles.
b) Les manda que echen la red a la derecha. Y ellos se fían de la palabra de ese desconocido.
c) Obtienen una pesca maravillosa: 153 peces. San Jerónimo dice que ese número era el de las especies de peces que se conocían en la antigüedad. Y por tanto, simbolizaba la plenitud mesiánica en Cristo.
d) Y fue Juan quien descubrió: “¡Es el Señor!”. Y Pedro, siempre impetuoso y primario se tira al mar y va al encuentro de Jesús.
e) Y el detalle de Jesús: les tenía preparado unas brasas para invitarles a desayunar y alentarles la alegría. Y les confirma en su misión de ser pescadores de hombres.
3. ¿Qué aprendemos hoy de este evangelio? Nunca vayamos por la vida sin Jesús. Siempre invitemos a Jesús. Es más, siempre llevemos a Jesús en la barca de nuestra vida matrimonial, sacerdotal, religiosa, profesional. Sólo así tendremos frutos de virtudes y haremos comunidades alegres y esperanzadoras.

Y cuando vengan las pruebas en el mar de la vida, como ahora con el coronavirus, ¡tranquilos! Confiemos, pues Jesús está en nuestra barca y Él lleva el timón, aunque a veces parece que duerme. ¡Serenos! Con Él, no nos hundiremos. ¡Ánimo, amigos! Ya Cristo nos tiene preparadas unas brasas al final de esta pandemia y nos invitará de nuevo a la Eucaristía sacramental y nos perdonará los pecados de tristeza, desesperanza, de incredulidad. Pidamos la intercesión del santo que hoy celebramos: san Aniceto, el duodécimo papa de finales del siglo primero, y gran defensor de Cristo contra las herejías que se levantaban ya en ese primer siglo: agnosticismo. Les mando a cada uno la bendición de Dios, P. Antonio Rivero, L.C.