Share

Evangelio 11 Junio |El no era la luz sino el testigo de la luz

Evangelio según San Mateo 17, 10-13.

Al bajar del monte, los discípulos preguntaron a Jesús: «¿Por qué dicen los escribas que primero debe venir Elías?».
El respondió: «Sí, Elías debe venir a poner en orden todas las cosas;
pero les aseguro que Elías ya ha venido, y no lo han reconocido, sino que hicieron con él lo que quisieron. Y también harán padecer al Hijo del hombre».
Los discípulos comprendieron entonces que Jesús se refería a Juan el Bautista.


¿Cómo no ser apóstoles?

No buscamos el apostolado: él nos busca. Dios nos hace apóstoles al amarnos primero. ¿Cómo compartiríamos pan, techo, corazón, con ese prójimo que es nuestra propia carne, sin estar desbordantes por él del amor de nuestro Dios, si ese prójimo no lo conoce? Sin Dios todo es miseria, el que ama no tolera la miseria, menos aún la miseria grande. ¿No ser apóstoles, no ser misioneros? ¿Qué significaría entonces y cómo sería pertenecer a un Dios que envió a su Hijo par que el mundo fuera salvado por él?

Sin embargo, no pensamos en ser apóstoles. En las manos de Dios, en el cuerpo de Cristo, en el movimiento del Espíritu, pensamos en ser el Cristo que queremos ser, el Cristo que nunca fue amor sin ser luz. Y no hay luz sin el precio de la luz. Lo copiamos mal sin cesar, entramos en él sin parecernos pero tenaces. ¿Cómo no ser apóstoles o por lo menos no tener la voluntad de serlo? ¿Cómo no ser misioneros totalmente disponibles? (…)

¿Cómo no evangelizar si el Evangelio está en nuestra piel, manos, corazón, cabeza? Debemos decir por qué tratamos de ser lo que queremos ser y tratamos de no ser lo que no queremos ser. Debemos predicar, porque predicar es decir públicamente algo sobre Jesucristo, Dios y Señor. No se puede amar y callar.