Miércoles 8 de julio
RESUMEN DEL EVANGELIO MIÉRCOLES 8 DE JULIO
MATEO 10, 1-7: En aquel tiempo, llamando a sus doce discípulos, les dio poder sobre los espíritus inmundos para expulsarlos, y para curar toda enfermedad y toda dolencia. Los nombres de los doce Apóstoles son éstos: primero Simón, llamado Pedro, y su hermano Andrés; Santiago el de Zebedeo y su hermano Juan; Felipe y Bartolomé; Tomás y Mateo el publicano; Santiago el de Alfeo y Tadeo; Simón el Cananeo y Judas el Iscariote, el mismo que le entregó. A éstos doce envió Jesús, después de darles estas instrucciones: «No toméis camino de gentiles ni entréis en ciudad de samaritanos; dirigíos más bien a las ovejas perdidas de la casa de Israel. Id proclamando que el Reino de los Cielos está cerca».
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MI COMENTARIO
“Vayan y proclamen el Reino”. Reflexionemos hoy en la misión que tenemos como bautizados.
1. ¿Quién debe predicar la Palabra de Dios? todo bautizado está llamado a evangelizar. No sólo es tarea de los sacerdotes, religiosas o misioneros.
2. ¿Quién nos manda a predicar? Nada menos que Jesucristo el Hijo de Dios vivo, con la autoridad que su Padre Dios le ha dado.
3. ¿Por qué y para qué nos manda predicar? Porque muchos han olvidado el mensaje de Jesús. Otros, ni siquiera lo han oído. Hay tantas ovejas perdidas que están siendo devoradas por los lobos de las diversas ideologías y confusiones doctrinales. Cristo necesita bocas, pies, manos, corazón para llevar su mensaje de salvación. ¡Préstale tú los tuyos! Yo ya le presté los míos desde los 11 años.
4. ¿Dónde nos manda a predicar? En todas partes. Primero, al círculo más cercano, la familia. Después, en el trabajo. También en la comunidad. En los medios de comunicación social. Y por donde vayamos.
5. ¿Cómo predicar? Con gran respeto, con convicción y alegría. ¿Que nos reciben bien? ¡Genial! ¿Que nos echan fuera con piedras? ¡Tranquilos! No seríamos los primeros en ser apedreados o escupidos.
6. ¿Qué recompensa nos dará? Aquí, la alegría profunda en el alma. Y allá, la vida eterna con Él y los santos.
Hoy escuchemos nuestro nombre, cada uno en particular. Jesús nos llama, nos necesita. Vayamos en busca de la oveja perdida, descarrilada, triste, enferma, herida. Que la Virgen del Carmen, en cuya novena estamos, nos ayude a vivir esta dimensión misionera; Ella que fue también discípula y misionera de su Hijo Jesús. Les mando a cada uno la bendición de Dios, P. Antonio Rivero, L.C.