Martes, 4 de agosto
Día del santo cura de Ars, patrono de los sacerdotes y párrocos
RESUMEN DEL EVANGELIO, MARTES 4 DE AGOSTO
SAN JUAN MARÍA VIANNEY, PATRONO DE LOS SACERDOTES Y PÁRROCOS
Mateo 15, 1-2.10-14: Entonces, unos fariseos y escribas de Jerusalén se acercaron a Jesús y le dijeron:
«¿Por qué tus discípulos quebrantan la tradición de nuestros antepasados y no se lavan las manos antes de comer?».
Jesús llamó a la multitud y le dijo: «Escuchen y comprendan.
Lo que mancha al hombre no es lo que entra por la boca, sino lo que sale de ella».
Entonces se acercaron los discípulos y le dijeron: «¿Sabes que los fariseos se escandalizaron al oírte hablar así?».
El les respondió: «Toda planta que no haya plantado mi Padre celestial, será arrancada de raíz.
Déjenlos: son ciegos que guían a otros ciegos. Pero si un ciego guía a otro, los dos caerán en un pozo».
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MI COMENTARIO
Felicito en este día a todos los sacerdotes en el día de nuestro santo patrono, el famoso cura de Ars, nacido en Dardilly, cerca de Lyon, Francia, el 8 de mayo de 1786; muerto en Ars el 4 de agosto de 1859. Pidamos a este santo sacerdote interceda por todos los sacerdotes ante Dios para que seamos sacerdotes santos, humildes, desprendidos, hombres de oración y sacrificio, y celosos por el bien de las almas.
¿Qué debemos aprender del evangelio de hoy? Entremos en nuestro corazón y veamos qué hay, qué siente, qué anhela, qué piensa…pues “de lo que tengamos en el corazón, hablará la boca”.
1. Contemplemos al cura de Ars, cuya fiesta y memoria litúrgica hoy celebramos. Lo que este santo sacerdote tenía en el corazón era un gran amor a Dios y un celo ardiente por la salvación de las almas. Cuando llegó a ese pueblo de Ars lo encontró abandonado, sin sacerdote durante mucho años, la gente no rezaba, volcada en fiestas. Y en vez de desanimarse, comenzó a rezar mucho, a ofrecer la misa, aunque al inicio nadie iba, visitando las casas, invitando a la catequesi, poniéndose a disposición de la gente para confesar. Y en cuestión de unos meses, comenzó a ganarse a la gente. Y de lo que él tenía en su corazón, hablaba en los semones y homilías. No era un hombre de muchos talentos intelectuales, pero tenía un alma orante y sacrificada. Y Dios le premió.
2. Miremos nuestro corazón hoy: los escribas y fariseos de este evangelio se habían quedado en las cosas externas de la ley. Preocupados en lavarse las manos, lavar las verduras…pero su corazón estaba lleno de ambiciones, lujurias y soberbia. Cristo fue muy claro y muy duro con ellos: “Las plantas que no haya plantado mi Padre celestial, serán arrancadas de raíz…ciegos que guían a otros ciegos”. Así no era el cura de Ars.
Vivamos nuestra vida cristiana desde la oración humilde, desde la caridad y el desprendimiento de nosotros mismos. Y a los sacerdotes les pido y me pido: “seamos sacerdotes según el corazón de Jesús, imitemos al cura de Ars, nuestro patrono”. Dios así nos bendecirá con la santidad y la fecundidad en nuestros ministerio sacerdotal. ¡Ánimo, amigos sacerdotes….”o santos o nada”! ¡Fuera la mediocridad, la ambición, la pereza, la vida doble! El sacerdote es el amor de Jesús en la tierra. Mando a todos y a cada uno la bendición de Dios, p. Antonio Rivero, L.C.