30 DE JUNIO
RESUMEN EVANGELIO MARTES 30 DE JUNIO, PRIMEROS MÁRTIRES DE LA IGLESIA ROMANA
MATEO 8, 23-27: En aquel tiempo, Jesús subió a la barca y sus discípulos le siguieron. De pronto se levantó en el mar una tempestad tan grande que la barca quedaba tapada por las olas; pero Él estaba dormido. Acercándose ellos le despertaron diciendo: «¡Señor, sálvanos, que perecemos!». Díceles: «¿Por qué tenéis miedo, hombres de poca fe?». Entonces se levantó, increpó a los vientos y al mar, y sobrevino una gran bonanza. Y aquellos hombres, maravillados, decían: «¿Quién es éste, que hasta los vientos y el mar le obedecen?».
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MI COMENTARIO
¿Qué tempestades estoy ahora experimentando en mi vida familiar, sacerdotal, profesional?
1. En la vida, Dios permite tempestades para que crezcamos en la fe y confianza en Él. No siempre en el mar de la vida todo será sereno, calmado. Habrá vientos, tormentas, tempestades. Cada uno de nosotros tiene ya experiencia. Y parece que Cristo va durmiendo en nuestra barca, como les pasó a los apóstoles. Hay otros que ya echaron fuera de la barca a Jesús. A estos sí que yo les tengo miedo, porque, ¿cómo podrán atravesar el mar hasta la orilla de la eternidad?
2. Repasa tus tormentas en tu oración:
a) Tormentas físicas, enfermedades.
b) Tormentas afectivas y psicológicas, pues tu cónyuge te ha dejado o te está dejando.
c) Tormentas espirituales, pues Dios me está probando mi fe y confianza y amor a Él.
3. ¿Qué hacer? Hagamos lo mismo que hicieron los apóstoles:
a) Despertar a Jesús en la oración llena de fe. A veces duerme para probarnos. Además, también Jesús está cansado, como hombre que es. Cansado de nuestras tibiezas, de nuestros pecados e indiferencias, de nuestra falta de oración.
b) Gritarle que nos salve, pues en Él está la solución de tantas tempestades que sufrimos.
c) Aceptar el regaño de Jesús: Dejadw el miedo, hombres de poca fe.
Ánimo, amigos. No tengamos miedo. Si llevamos a Jesús en nuestra barca matrimonial, ministerial, religiosa, profesional…todo se irá solucionando. Pidamos a los primeros mártires de Roma que intercedan por nosotros. Mártires asesinados después de crueles tormentos en tiempo del emperardor Nerón; otros, cubiertos con pieles de fieras, entregados a perros rabiosos y a los leones en el Coliseo, y los demás, tras clavarlos en cruces, quemados para que, al caer el día, alumbrasen la oscuridad. Y ellos no se quejaron. Y nosotros a veces ante una olita un poco fuerte ya estamos chillando. Seamos dignos de Cristo. Les mando a cada uno de ustedes mi bendición, P. Antonio Rivero, L.C.