Evangelio según San Marcos 3,31-35.
La multitud estaba sentada alrededor de Jesús, y le dijeron: «Tu madre y tus hermanos te buscan ahí afuera».
El les respondió: «¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?».
Y dirigiendo su mirada sobre los que estaban sentados alrededor de él, dijo: «Estos son mi madre y mis hermanos.
Porque el que hace la voluntad de Dios, ese es mi hermano, mi hermana y mi madre».
RESUMEN EVANGELIO 28 DE ENERO, SANTO TOMÁS DE AQUINO, DOCTOR DE LA IGLESIA Y PATRONO DE LAS UNIVERSIDADES, COLEGIOS Y ESCUELAS.
MARCOS 3, 31-35
La nueva familia de Jesús.
1. Jesús no está desautorizando a su madre, no. ¡Al contrario, es un maravilloso piropo que le echa y al mismo tiempo, la sube de categoría, haciéndola madre de toda la familia de Jesús!
2. Por tanto, esta nueva familia de Jesús está compuesta:
a) De Jesús, el hermano mayor y el Maestro y el Señor.
b) De María, la Madre de Jesús y madre nuestra, cuya misión es protegernos y llenarnos de ternura.
c) De todos aquellos que escuchan la Palabra de Dios y la cumplen. ¡Escuchar y cumplir! Ya conocemos y hemos escuchado la Palabra de Dios, y el domingo pasado celebramos el domingo de la Palabra…Ahora nos queda cumplir esa Palabra, cueste lo que nos cueste. Interiorizar esa Palabra, asimilarla, encarnarla para que transforme todos nuestros pensamientos, afectos y decisiones, y los haga como los de Cristo.
3. Miremos a santo Tomás de Aquino, cuya fiesta estamos hoy celebrando. En mi congregación religiosa festejamos a todos los profesores, por ser santo Tomás el patrono de quienes son doctores y profesores. Por tanto, hoy estoy de fiesta aquí en Monterrey. Nos festejarán los superiores y los hermanos novicios. Me toca la homilía de la misa. ¿De qué hablaré? Haré un elenco de las virtudes de santo Tomás, para invitarnos a imitar la vida de este gran santo dominico. Desde aquí felicito a mis amigos dominicanos. Estas son las virtudes de este gran santo: hombre de oración, de Eucaristía, devoto de la Virgen, humilde, obediente, hombre de discernimiento, hombre estudioso y culto que puso su ciencia al servicio de la verdad y de la fe, hombre celoso en la transmisión de la fe católica, hombre puro.
En una ocasión escuchó de Cristo crucificado estas palabras: “Tomás, has hablado bien de mí. ¿Cuál es tu recompensa?”. Y Tomás le respondió: “Nada más que Tú, Señor”. Pidamos la intercesión de este gran santo en estos momentos de tanta confusión doctrinal en la Iglesia y en Universidades católicas. Les mando a cada uno la bendición de Dios, P. Antonio Rivero, L.C.







