RESUMEN DEL EVANGELIO, VIERNES 19 DE NOVIEMBRE
Lucas 19, 45-48: En aquel tiempo, entrando Jesús en el Templo, comenzó a echar fuera a los que vendían, diciéndoles: «Está escrito: ‘Mi casa será casa de oración’. ¡Pero vosotros la habéis hecho una cueva de bandidos!». Enseñaba todos los días en el Templo. Por su parte, los sumos sacerdotes, los escribas y también los notables del pueblo buscaban matarle, pero no encontraban qué podrían hacer, porque todo el pueblo le oía pendiente de sus labios.
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MI COMENTARIO
Lección: cuidemos el templo en los dos sentidos.
1. El primer significado es evidente: nuestro comportamiento en el interior de los templos o iglesias, lugares donde, en el Sagrario, habita el mismo Dios, igual que sucedía en Jerusalén. Desde el silencio interior con que accedemos a ellos (¡móviles silenciados y sin mirar desde unos minutos antes de entrar al templo!), hasta lo exterior: la genuflexión al Señor al entrar, el caminar sereno, la vestimenta apropiada y digna de cuando se va a visitar la casa del Rey de Reyes, santiguarse con paz y sin prisas, la postura… todo esto es importante, porque no estamos en cualquier lugar. Examinemos este aspecto.
2. El segundo significado nos lo de San Pablo al recordarnos que nuestro cuerpo es templo del Espíritu y, por tanto, templo de Dios. ¿Cómo tratamos nuestro cuerpo y al Espíritu que habita en él? Ya no sólo en lo referente a los pecados sexuales, que también, sino la limpieza del alma en la que habita el Señor. ¿Limpiamos la casa con la confesión frecuente o no? ¿Dejamos polvo acumulado por mucho tiempo? ¡Esto tampoco puede ser! Hemos de cuidar el habitáculo, el templo, donde el Espíritu habita en nosotros. Es un detalle de amor por el Señor. Además, es mucho mejor que seamos nosotros quienes limpiemos nuestro interior que esperar a las purificaciones externas. Dicho de otro modo, parafraseando la Escritura: mejor hablar nosotros a que, en su momento, clamen las piedras.
Cuidemos la presencia de Dios en nosotros, aún sabiendo que somos personas que llevamos el tesoro del Espíritu en vasijas de barro. Pero, precisamente por eso, por nuestra debilidad, hemos de estar siempre alerta. Les pido me encomienden en este retiro que comenzaré esta tarde. Retiro que nos preparará para la fiesta de Cristo Rey. Les mando a cada uno la bendición de Dios, P. Antonio Rivero, L.C.