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Evangelio 15 Julio | Aprended de mi que soy manso y humilde de corazón

JUEVES 15 DE JULIO

RESUMEN DEL EVANGELIO, JUEVES 15 DE JULIO
FESTIVIDAD DE SAN BUENAVENTURA

Mateo 11, 28-30: En aquel tiempo, Jesús dijo: «Venid a mí todos los que estáis fatigados y sobrecargados, y yo os daré descanso. Tomad sobre vosotros mi yugo, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es suave y mi carga ligera».
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MI COMENTARIO

Hoy Jesús nos pide tres cosas, si queremos seguirle:

1. Venid a mí los que estáis cansados: ¿Cuáles son mis cansancios? ¿Cuáles son las causas de mi cansancio? ¿Qué hago con mis cansancios? Muchos tienen cansancios físicos, debido a su trabajo, a sus estudios. Otros tienen cansancios psicológicos, causados por los demás, familiares o amigos. También hay personas que tienen cansancios espirituales, porque notan que Dios ha cargado las “tintas” y le ha puesto algunas pruebas. ¿Qué hacer ante nuestros cansancios? Cristo nos da la respuesta hoy: ir a Él, en la oración, en la eucaristía. Ir a la Virgen y acompañarla con un buen rosario. Tocar la puerta de amigos de confianza, firmes en su fe en Dios. Así irán llevándose los cansancios con serenidad. Lo que no debemos hacer ante nuestros cansancios es despotricar, chillar, tirar todo a la borda, protestar. No. Una persona madura humana y espiritualmente sabe sacar fuerza de lo débil para llevar adelante sus cansancios con la ayuda de Dios.
2. Tomad mi yugo: ¡qué maravilla estar unido al yugo de Cristo y nunca separarnos de él! Él lleva todo el peso. Nosotros debemos aprender de Cristo a llevar las dificultades y penas como él las llevó: con serenidad, con amor, ofreciendo todo al Padre celestial.
3. Aprended de mí a ser manso y humilde de corazón: virtudes difíciles de practicar, la humildad y la mansedumbre. La humildad es ponernos en nuestro lugar, es decir, en el último. Primero está Dios, después mis hermanos, y yo al final. Y mansedumbre para saber reaccionar con paciencia y calma ante las adversidades e injusticias que nos provoquen los demás. Así hizo Jesús durante la Pasión: cayó, no explotó ni dio puntapiés o golpes.

Y el resultado o premio está claro: encontraremos descanso, alivio, paz. Y así viviremos con sonrisa y serenidad, contagiando nuestra fe, confianza y amor a Dios. Pidamos hoy la intercesión de san Buenaventura, obispo franciscano que supo unir la ciencia con el amor, porque unió su vida al yugo de Cristo. ¡Feliz jueves sacerdotal, amigos sacerdotes! Les mando a cada uno de ustedes la bendición de Dios, P. Antonio Rivero, L.C.