Martes 10 de noviembre
RESUMEN DEL EVANGELIO, MARTES 10 DE NOVIEMBRE
MEMORIA DE SAN LEÓN MAGNO, PAPA DEL SIGLO V
Lucas 17, 7-10: En aquel tiempo, el Señor dijo: «¿Quién de vosotros tiene un siervo arando o pastoreando y, cuando regresa del campo, le dice: ‘Pasa al momento y ponte a la mesa?’. ¿No le dirá más bien: ‘Prepárame algo para cenar, y cíñete para servirme hasta que haya comido y bebido, y después comerás y beberás tú?’. ¿Acaso tiene que agradecer al siervo porque hizo lo que le fue mandado? De igual modo vosotros, cuando hayáis hecho todo lo que os fue mandado, decid: ‘Somos siervos inútiles; hemos hecho lo que debíamos hacer’».
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MI COMENTARIO
Estamos en la vida para SERVIR.
1. Servir, primero a Dios: En el Antiguo Testamento servir a Dios es ante todo ofrecerle dones, sacrificios y cuidar del templo. En este sentido el sacerdote se define como el guardián del Santuario. Al mismo tiempo los fieles, que cumplen algún acto de culto, sirven a Yahvé (2Samuel 15, 8), lo cual equivale a reconocerle y a adorarle como Dios. Pero este culto no es un simple ritualismo, ya que exige la obediencia en el comportamiento diario a los mandamientos. Por eso afirma el texto sagrado: “lo que yo quiero es amor, no sacrificios” (Oseas 6, 6).
2. Servir, segundo a nuestros hermanos: en casa, en la comunidad parroquial, en el trabajo. Con buen espíritu, con alegría, con amor, con entrega. Sin buscar compensaciones, ni puestos de honor ni aplausos. Cada uno de nosotros debe poner sus carismas y talentos para servir a sus hermanos.
3. El ejemplo nos lo da el mismo Jesús que, siendo el Señor y Maestro, vino a servir y no a ser servido. Sirvió a su Padre celestial con una obediencia y disponibilidad heroicas. Y sirvió a todos sin excepción, curando, animando, predicando, lavándonos los pies.
Meditemos hoy cómo está nuestro servicio. ¿Tenemos las manos tendidas para servir a los demás? ¿Servimos desinteresadamente? ¿Dios está contento con nuestro servicio? Nuestro servicio no es de esclavos sino de hijos de Dios y de hermanos en Cristo. Los que sirven al pecado esos sí son esclavos que dan pena y merecen la llamada de atención de Dios. San León Magno, cuya memoria hoy celebramos, nos diría: “Reconoce, cristiano, tu dignidad y, puesto que has sido hecho partícipe de la naturaleza divina, no pienses en volver con un comportamiento indigno a las antiguas vilezas. Piensa de qué cabeza y de qué cuerpo eres miembro. No olvides que fuiste liberado del poder de las tinieblas y trasladado a la luz y al reino de Dios”.
Les mando a cada uno la bendición de Dios, P. Antonio Rivero, L.C.