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Evangelio 7 Septiembre |Extiende tu mano

LUNES 7 DE SEPTIEMBRE

Resumen del evangelio, Lucas 6, 6-11: Sucedió que entró Jesús otro sábado en la sinagoga y se puso a enseñar. Había allí un hombre que tenía la mano derecha seca. Estaban al acecho los escribas y fariseos por si curaba en sábado, para encontrar de qué acusarle. Pero Él, conociendo sus pensamientos, dijo al hombre que tenía la mano seca: «Levántate y ponte ahí en medio». Él, levantándose, se puso allí. Entonces Jesús les dijo: «Yo os pregunto si en sábado es lícito hacer el bien en vez de hacer el mal, salvar una vida en vez de destruirla». Y mirando a todos ellos, le dijo: «Extiende tu mano». Él lo hizo, y quedó restablecida su mano. Ellos se ofuscaron, y deliberaban entre sí qué harían a Jesús.

¿Sufro de parálisis: del corazón, de la mano?

1. ¡Cuántos hay que tienen la mano paralizada como el hombre de este evangelio! Enumeremos unos cuantos:
a) Quien no reza y junta las manos, tiene la mano paralizada.
b) Quien no ayuda a su hermano a cruzar la calle, tiene la mano paralizada.
c) Quien no colabora con los pobres, tiene la mano paralizada.
d) Quien hace tiempo no saluda a quien fue un amigo porque se enojó con él, tiene la mano paralizada.
e) Quien solo vive absorbido en su celular, escribiendo y llamando, y se despreocupa de quien tiene a su lado, pronto terminará con la mano paralizada.
2. Pero aún peor, quienes tienen el corazón paralizado como los escribas y fariseos de este evangelio. ¿Qué síntomas hay de que tenemos el corazón paralizado?
a) No perdono a quien me ofendió.
b) Critico a mi hermano. El Papa Francisco ayer mismo dijo que el chismorreo es el peor Covid que él conoce.
c) Juzgo en mi interior a los demás.
d) Deseo el mal de mi hermano.
e) Tengo envidia de que a mi hermano le vaya mejor que a mí.
f) Me enfurezco, como estos escribas y fariseos, cuando alguien me llama la atención con respeto y por mi bien.
3. ¿Qué hacer? ¿Quién puede curarme de esta parálisis de manos o de corazón? La respuesta es clara: tenemos que acudir a Cristo, mostrarle sinceramente mi parálisis y pedirle con confianza la curación. Él nos dirá como a este hombre: “Extiende tu mano, extiende tu corazón…” y nos curará. Y con la mano y el corazón curados, vayamos a hacer el bien a nuestro alrededor y a llevar a otros paralíticos a Jesús para que también los cure.

Les deseo una óptima semana en este mes de la Biblia. ¡Leamos todos los días unos diez minutos la Sagrada Escritura, comenzando por los salmos! Les mando a cada uno la bendición de Dios, P. Antonio Rivero, L.C.